La opinión de Sergio Pérez

Los truenos con Miguel Ángel Ramírez y el relámpago de luz con Gabi

El Real Zaragoza apostó por un entrenador que restableciera todas las conexiones rotas por Ramírez. El elegido fue Gabi. Emocionalmente, el plan ya ha salido. Futbolísticamente, su idea, defensa y seguridad colectiva, dio la primera victoria ante el Mirandés

Gabi Fernández, junto al banquillo del Real Zaragoza en el partido frente al Mirandés.

Gabi Fernández, junto al banquillo del Real Zaragoza en el partido frente al Mirandés. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Era un 19 de enero y ocurrió algo insólito. En el debut de Miguel Ángel Ramírez, después de haber perdido 1-0 en Elche en el descuento en un buen partido defensivo de su equipo, La Romareda le pidió a su entrenador que se fuera e ironizó con su sistema de juego reclamándole otro defensa más. El Real Zaragoza igualó aquel encuentro ante el Tenerife con dos tantos consecutivos de Clemente e Iván Azón en un arreón final muy clásico de este campo y de la historia de este club.

Sin embargo, cualquiera que conozca bien el Real Zaragoza moderno, que sepa cómo es este estadio, cómo se comporta, qué tolera y qué no, ya intuyó claramente aquel mismo día que aquello no iba a acabar bien. Era imposible. A pesar del 4 de 9 inicial, con el triunfo en Málaga incluido, el clavo ardiendo en el que se terminaron quemando un gran número de jornadas que hoy se echan en falta en forma de puntos, la etapa de Ramírez pronto entró en fase de derrumbamiento. Estaba marcada.

No volvió a ganar y fue destituido tras la derrota en Almería, el segundo partido seguido en el que recibía cuatro goles tras la debacle frente al Eldense como local. Más allá de algunas proclamas populistas y del empeño en mantener al frente a una figura antinatural, a Ramírez lo sentenció la propia Romareda el día del Tenerife. La desconexión del técnico canario con el mundo blanquillo fue absoluta desde el principio y en crecimiento. Acabó habiendo truenos.

Para los últimos once encuentros, que se iban a jugar a cara de perro y con el equipo en una dinámica deportiva y anímica terrible, el Real Zaragoza apostó por un entrenador que restableciera todas las conexiones rotas por Ramírez. El elegido fue Gabi. Desde su llegada ha tocado el interruptor correcto y ha afrontado adecuadamente una situación de crisis extrema. Se ha erigido en el líder, su discurso ha sido enérgico y motivador y ha mostrado una personalidad muy fuerte y un convencimiento máximo en que la empresa era posible.

El ambiente de puertas hacia dentro en la plantilla cambió totalmente con su llegada. Donde había decadencia se empezó a construir un hilo de esperanza. Gabi comenzó a sembrar a través de un plan muy claro: cimentar con pilares fuertes la base del equipo con una sólida estructura defensiva, disciplina, líneas juntas y solidaridad. El objetivo, rebajar el número de goles recibidos, bajar el volumen de peligro creado por los contrarios para, a partir de ahí, sentirse más seguros y tratar de cazar goles en llegadas que fuesen apareciendo sin mucha continuidad o a través del balón parado. El equipo no ha recuperado la alegría ofensiva que tuvo en el inicio de Liga. Pero es consistente. Ahora hay un relámpago de luz.

Gabi sabía dónde venía. No ha pisado ningún charco. Ha unido, no ha desunido. Ha cosido heridas, no las ha provocado. El resultado se vio perfectamente este domingo en La Romareda, que estuvo volcada con sus futbolistas en un escenario crítico, allí, al pie del cañón, llevando en volandas al equipo en el momento más complicado de su vida con un ambiente responsable y magnífico. Esto será todavía muy difícil, pero con el 1-0 ante el Mirandés el Real Zaragoza dio un paso trascendental en la dirección correcta: hacia la permanencia y la supervivencia del club.

Tracking Pixel Contents