El recuerdo de Leo Beenhakker: "Fue un guía futbolístico, un avanzado y un visionario"
Señor, Casuco, Güerri, Morgado, Pérez Aguerri y Vitaller dibujan el perfil del holandés en su etapa en el Real Zaragoza, con más de tres años en ese banquillo y 136 partidos. "Éramos un equipo temido y respetado, que jugaba muy bien al fútbol y con mucha gente con hambre, que quería crecer y que tenía un guía, Leo Beenhakker", resume Señor

Beenhakker, en un partido cuando era entrenador del Real Zaragoza. / SERVICIO ESPECIAL
Desde el final de la temporada 80-81 hasta 1984 estuvo Leo Beenhakker en el Real Zaragoza, 136 partidos que le convierten en el técnico extranjero que más encuentros ha dirigido de blanquillo. "Fue un guía futbolístico, un visionario y un avanzado a su tiempo", asegura Juan Señor, que compartió tres cursos completos con el entrenador nacido en Rotterdam y que dejó la impronta en un Zaragoza que jugó muy bien al fútbol y del que aún se recuerda su estilo y la capacidad de generar espectáculo, por mucho que no se alcanzara ningún título ni presencia europea. "Éramos un equipo temido y respetado, que jugaba muy bien al fútbol y con mucha gente con hambre, que quería crecer y que tenía un guía, Leo Beenhakker", resume Señor, portador tantas veces del brazalete de capitán e internacional zaragocista. Una opinión que comparten otros de los jugadores que Beenhakker tuvo en el Zaragoza, como Morgado, Güerri, el meta Vitaller, Casuco o Félix Pérez Aguerri.
Eugenio Vitaller, el porteri, como así le llamaba el holandés, se hizo con ese puesto en el Zaragoza gracias a a Leo. Combinaba el primer equipo y el Endesa, con el que jugaba, hasta que el mal momento de Irazusta le dio la oportunidad en el tramo final de la temporada 81-82. "Fue ante Las Palmas, vino el míster a la habitación del hotel y me dijo 'porteri, ¿cómo estás? Mañana vas a jugar, tienes que estar tranquilo porque confío en ti'. Ganamos 1-0 con un gol al final y ya jugué siempre con él", recuerda Eugenio, que habla con un cariño enorme del técnico.
Vitaller: "Recuerdo que llegó a decir que salvo que le trajeran a Arconada su portero titular era yo, me daba una confianza tremanda. Había muy buen equipo, pero la plantilla era corta y se nos hacían las temporadas largas, pero fueron años buenísimos y se recuerdan aunque no ganáramos títulos. Eso habla del gran fútbol que se hacía"
"Era un tipo muy legal, serio trabajando, pero que también transmitía cercanía. Le gustaba el buen fútbol, que los futbolistas se atrevieran y a mí me hacía casi ponerme de libre, salir muy avanzado. 'Si nos meten dos goles, no te preocupes, meteremos tres", me decía. Recuerdo que llegó a afirmar que salvo que le trajeran a Arconada su portero titular era yo, me daba una confianza tremanda. Había muy buen equipo, pero la plantilla era corta y se nos hacían las temporadas largas, pero fueron años buenísimos y se recuerdan aunque no ganáramos títulos. Eso habla del gran fútbol que se hacía", sentencia Vitaller.
Señor: "Me abrió a un mundo futbolístico enorme, fue mi primer entrenador en la élite y me puso en varias posiciones, de lateral izquierdo sin haberlo trabajado apenas y siendo yo diestro. Aquel Zaragoza jugaba muy bien, pero entonces a Europa no iban tantos equipos como ahora, eso nos lo impidió"
Beenhakker fue para Señor "una especie de maestro, sin decirte muchas palabras, te mostraba un camino, hacía falta predisposición y yo era una esponja", rememora el sexto jugador que más partidos ha jugado con la camiseta zaragocista, hasta 369. "Me abrió a un mundo futbolístico enorme, fue mi primer entrenador en la élite y me puso en varias posiciones, de lateral izquierdo sin haberlo trabajado apenas y siendo yo diestro. Me enseñó a creer en mi polivalencia, a compaginar el compromiso que tenía con la creatividad de mi juego. Aquel Zaragoza jugaba muy bien, pero entonces a Europa no iban tantos equipos como ahora, eso nos lo impidió", añade Señor.
Morgado: "Mi experiencia fue maravillosa con él. Sabía tratar a los jugadores con los que contaba. No creo que haya nadie que pueda hablar mal de él como persona y de entrenador, como aquel Zaragoza, salvo el de la Recopa con Víctor, yo no he visto otro igual"
Con el centrocampista madrileño llegó Juan Morgado en 1981, un defensa que jugó esas tres temporadas con Beenhakker hasta 1984 y fue "una experiencia maravillosa, como persona era un fenómeno, como míster cada uno tendrá su opinión, pero inició muchas cosas en España que antes no se veían, como entrenar casi siempre con balón, antes el trabajo del día a día era más físico", asegura el extremeño, que después fue durante muchos años delegado del primer equipo zaragocista. "Sabía tratar a los jugadores con los que contaba, porque él hacía un grupo de 12 o 14 y al resto no les hacía caso ni los lunes. No creo que haya nadie que pueda hablar mal de él como persona y de entrenador, como aquel Zaragoza, salvo el de la Recopa con Víctor, yo no he visto otro igual. La pena es que fallábamos al final de la Liga, o contra rivales débiles, y eso nos impedía hacer puestos mejores, pero el equipo jugaba muy bien".

Beenhakker posa como técnico zaragocista. / REAL ZARAGOZA
Fumador empedernido
Aquel Zaragoza fue undécimo en la 81-82, sexto en la 82-83 y séptimo a la siguiente, la 83-84, la última con Leo, quedándose dos años seguidos a las puertas de Europa. "El fútbol tiene eso, que a veces no te da, pero era un gran entrenador y una gran persona. He sentido mucho su muerte. Era un técnico de instrucciones muy claras, cercano, aunque sabía mantener la distancia y sobre todo tenía muy bien estudiado todo. Sabía llegar al jugador, convencerle y que creyera lo que decía. Teníamos un equipazo", asevera Güerri, otro histórico en el Zaragoza, donde estuvo entre 1978 y 1988, con 346 encuentros y siendo tres veces internacional con España.
Casuco: "Fue de los primeros que vino a España que le gustaba hacer un buen fútbol y lo hacíamos, aunque contábamos con dos de los mejores centrocampistas que había, Barbas y Señor. Recuerdo que hubo muchos partos de visitantes que fuimos aplaudidos por la afición rival. Daba mucha confianza al jugador, con conceptos de fútbol de ataque, con mucha coordinación entre líneas"
Hasta los 369 encuentros de zaragocista llegó Juan Casuco, entre 1979 y 1987, por lo que vivió toda la etapa de Beenhakker. "Era buena gente y se adaptó rápido a España, más allá de que con el idioma le costara un poquito al principio, aunque no le costó hacerse entender. Recuerdo lo mucho que fumaba, tenía los dedos amarillos", asevera el lateral murciano, que también pone el énfasis en el fútbol de aquel Zaragoza. "Fue de los primeros que vino a España que le gustaba hacer un buen fútbol y lo hacíamos, aunque contábamos con dos de los mejores centrocampistas que había, Barbas y Señor. Recuerdo que hubo muchos partidos de visitantes que fuimos aplaudidos por la afición rival. Daba mucha confianza al jugador, con conceptos de fútbol de ataque, con mucha coordinación entre líneas. De los mejores entrenadores que yo he tenido".
Pérez Aguerri: "Fue muy valiente, porque vino con pocos partidos por delante y el calendario era difícil, pero salimos relativamente fácil de aquella situación. Era un entrenador moderno, como se decía entonces y enganchó mucho a la afición y además había plantilla y jugadores para jugar a ese fútbol"
Beenhakker se atrevió, tras salir de la cantera del Ajax, donde dirigió al juvenil y había sustituido de manera puntual al técnico titular del primer equipo, Cor Brom, con un Zaragoza amenazado de descenso en aquella temporada 80-81 dirigido por Manolo Villanova y llegar en las seis últimas citas. "Fue muy valiente, porque vino con pocos partidos por delante y el calendario era difícil (el estreno fue en el Camp Nou y con empate), pero salimos relativamente fácil de aquella situación", afirma Félix Pérez Aguerri, que se quedó con Leo en la siguiente temporada para salir rumbo al Salamanca en 1982.
"Era un entrenador moderno, como se decía entonces y enganchó mucho a la afición y además había plantilla y jugadores para jugar a ese fútbol. Generaba confianza y era muy líder, nos decía siempre que arriesgáramos, que había que encarar, el uno contra uno, finalizar...", asevera Pérez Aguerri sobre un entrenador que después haría historia en el Real Madrid, donde ganó tres Ligas de forma consecutiva entre 1986 y 1989 con la Quinta del Buitre, para lograr la Eredivisie tanto con el Ajax como con el Feyenoord y entrenar también al Vittesse, al Volendam, al Grashopper suizo, al América y al Guadalajara de México, pasar por Turquía (Istanbulsospor), además de dirigir a las selecciones de Países Bajos, Arabia Saudí, Trinidad y Tobago o Polonia. Un currículum impresionante que se empezó a labrar de forma brillante en La Romareda, con un fútbol que el zaragocismo nunca olvidará.
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