La opinión de Sergio Pérez

Jair, Poussin y la vuelta del revés de la temporada del Real Zaragoza

La temporada 24-25 del Real Zaragoza ha sido disparatada por sus vaivenes y los cambios radicales de dirección: con los modelos de juego y con los roles de los futbolistas

Francho felicita a Jair tras el tanto del central al Eibar.

Francho felicita a Jair tras el tanto del central al Eibar. / LAURA TRIVES

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Después de lograr una permanencia tremendamente sufrida, para la que costó Dios y ayuda y muchas más jornadas de las imaginables, Víctor Fernández pidió hacer tabla rasa con todo el pasado para construir, casi desde cero, un nuevo Real Zaragoza el pasado verano. Una revolución para sacar al equipo de las tinieblas en las que había vivido las últimas temporadas, precisamente desde que él mismo sufrió aquella eliminación en las semifinales del playoff ante el Elche en tiempos de pandemia.

La SAD cambió medio equipo, con trece fichajes y un mercado absolutamente inusual en la suma final de entradas y salidas. El desafío, que los objetivos del Real Zaragoza cambiaran drásticamente para dejar de mirar hacia abajo y volver la vista hacia arriba. Aunque la meta de la actual propiedad de la SAD siempre ha sido la misma desde su llegada, el ascenso a Primera División, el club se quitó la careta de manera pública. Fernando López, el director general, verbalizó aquella intención sin tapujos.

Pues bien, en diciembre la tierra se tragó a Víctor Fernández y su proyecto. Posteriormente, hizo lo propio con Juan Carlos Cordero y Miguel Ángel Ramírez, el entrenador de infausto recuerdo que el director deportivo eligió para sustituir al aragonés. Mientras todo eso sucedía, el equipo se hundía cada vez más hasta las profundidades de la tabla y ponía en riesgo su continuidad en el fútbol profesional. Esa fue la herencia que recibió Gabi Fernández, que ha sumado cinco puntos de doce posibles tras recoger un equipo destrozado, un balance que no ha servido para dar un salto de cantidad en la clasificación sino para continuar anclado abajo, con el fondo en la espalda.

La temporada 24-25 del Real Zaragoza ha sido disparatada por sus vaivenes y los cambios radicales de dirección. Un constante mundo al revés. En su origen, el equipo fue concebido para apostar por el fútbol ofensivo, para hacer un gol más que el contrario y fue levantado sobre la base de futbolistas jóvenes capaces de jugar con energía y vitalidad durante toda la Liga, a un ritmo alto. Atrás quedó muy cojo y de esa cojera ha seguido padeciendo.

Aquel Zaragoza ya no existe. Ahora mismo, y con Ramírez la intención fue la misma, es un equipo estructurado para tratar de defender con solidez. Prioriza la seguridad a la valentía, aunque se ha ido soltando tímidamente en las dos últimas jornadas. Eso sí, los errores individuales no han desaparecido y continúan ahí, costando puntos de manera permanente.

En el plan inicial, Poussin era un descarte. Como Jair. Ahora son titulares indiscutibles para Gabi. El defensa lleva dos goles en dos jornadas y es insustituible. El portero se comió un gol e hizo otro ante el Eibar. En el verano y en el otoño, Bazdar parecía un jugador superlativo. Ahora es la sombra de sí mismo. Arriaga y Guti ni estaban y Francho no había jugado de lateral. Hasta Clemente ha adelantado a Tasende en el costado izquierdo después de un inicio de Liga en el que La Romareda le silbó por varios fallos encadenados.

Pruebas y más pruebas de que todo ha ido mal. Ejemplos de que el Zaragoza es lo contrario a lo que se imaginó y de que nada ha salido bien. Razones que han conducido hasta aquí: a falta de siete jornadas el riesgo de descenso sigue ahí, como una amenaza impensable el pasado verano.

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