Real Zaragoza

La contracrónica del Levante-Real Zaragoza: de la paella al sopapo

El Levante, con la inestimable ayuda de los de Gabi, marca los cinco dedos en la cara de un Real Zaragoza indigno que desaprovecha una oportunidad de oro casi antes de empezar y volviendo a ser un equipo anticompetitivo

Morales marca a placer ante la mirada de Poussin y Tasende

Morales marca a placer ante la mirada de Poussin y Tasende / Eduardo Ripoll / Levante

Arturo Pola

Arturo Pola

Zaragoza

Lo mejor del día para el Real Zaragoza fue lo único que no dependía del Real Zaragoza. Tan triste como cierto. Un viejo conocido del equipo aragonés, Álvaro Giménez, provocó con su gol la inesperada derrota de un Eldense que sucumbió en Ferrol al igual que lo hicieron los de Gabi en el Ciutat. La victoria del Racing de Ferrol otorgaba al Zaragoza una oportunidad única que se desperdició casi antes de empezar.

Es imperdonable que, tras el subidón de moral de la derrota del máximo rival (según lo que haga el Málaga, puede quedarse en una pelea de dos) por la permanencia, los blanquillos protagonizaran una infame actuación que tuvieron que soportar los mil zaragocistas que lo único bueno que se llevaron a la boca fue la paella previa al partido en tierras valencianas. Después, la absoluta nada. Peor que eso, porque el Real Zaragoza volvió a claudicar, como de costumbre, presa de sus propios errores. 

Desde la llegada al banquillo de Gabi, el fútbol del Real Zaragoza es el mismo. Si se le puede llamar fútbol. Pero al menos el equipo había dado un paso adelante en actitud y, sobre todo, en competitividad. Los blanquillos, a pesar de la falta de creatividad y de presencia en el ataque, parecía que volvían a ser un hueso duro de roer. O que, al menos, no regalaba nada. Pues ante el Levante, el Zaragoza volvió a las andadas. En el lugar donde su entrenador entró en la historia zaragocista, el equipo de Gabi ha sido menos de Gabi que nunca desde que cogió sus riendas.

Muy blando estuvo Vital ante Morales y el jugador más bajito de la Liga, Carlos Álvarez, anotaba de cabeza en el minuto 5. Peor inicio imposible. O eso parecía, porque con el Real Zaragoza nunca se sabe. Poussin volvió a cantar de lo lindo en una jugada que pareció una verbena y el partido estaba sentenciado cuando no se había jugado un cuarto de hora. La digestión de la paella de los sufridores de la grada, también arruinada.

Regalos

Entró entonces el encuentro en un tramo de quiero y no puedo zaragocista, aunque entonces el Levante decidió devolver un regalo al Zaragoza que Bazdar, horroroso como acostumbra últimamente, no supo aprovechar. Esa oportunidad de resurrección se quedó en eso, en un amago que Jair acabó por espantar por completo tras el paso por vestuarios. Porque los de Calero (Calero padre) no fueron tan inocentes cuando el central calcó la pifia que ya protagonizó en El Sardinero.

Cualquier zaragocista, visto los dos enfrentamientos, hubiera firmado acabar la jornada con los mismos puntos de distancia con los que la comenzó. Pero hay formas y formas, eligiendo el Real Zaragoza la más indigna, casi dándose por satisfecho con la derrota del Eldense y conformándose con que su trabajo lo hicieran otros. Y sí, el hueco con los puestos que te mandan a la Primera RFEF son los mismos, pero las sensaciones con las que salen los de Gabi del Ciutat de Valencia son las peores desde hace mucho tiempo y que auguran sufrimiento hasta el último día. Lo único bueno, la nueva demostración de zaragocismo en las gradas. Y Álvaro Giménez. Y la paella. Del Real Zaragoza que creíamos que había resucitado, ni rastro.

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