La contracrónica del derbi. La estrategia o el abismo

El balón parado se queda de nuevo como único argumento del inconsistente y escaso de fútbol que es el Zaragoza de Gabi. Arriaga marcó el sexto gol de los siete desde la llegada del madrileño en esa faceta. Cuatro saques de esquina, una falta en corto y un penalti han dado la mayoría de goles con Gabi

Arriaga celebra el gol marcado al comienzo de la segunda parte junto a Jair y Pau Sans.

Arriaga celebra el gol marcado al comienzo de la segunda parte junto a Jair y Pau Sans. / LAURA TRIVES

Santiago Valero

Santiago Valero

El dramático empate en el derbi, en un partido en el que la victoria era lo único que valía, un pasaporte claro hacia la salvación, reflejó las miserias de un Real Zaragoza que no pudo con un Huesca con muchas bajas y retratado de forma constante por la velocidad de Valentín. Gabi, con seis puntos de 18 posibles y una sola victoria (tres empates y dos derrotas, las dos fuera de casa), ha traído pocas mejoras en este equipo, más allá de una calma social que ha propiciado que se sienta más cómodo en La Romareda.

No le sostiene al Zaragoza su fútbol, aunque obviamente tampoco lo hagan los resultados, y mucho menos lo hace su defensa, con fallos y desatenciones en todos los partidos, y si algo sujeta la fe zaragocista, más allá de que el Eldense no para de regalarle vidas, es el balón parado, la principal arma del Zaragoza de Gabi, ya que a través de esa faceta ha anotado seis de los siete goles con el entrenador madrileño. Así, la permanencia, además del auxilio de una Romareda en la que el Zaragoza no ha perdido en los cuatro partidos que ha jugado con Gabi, con los seis puntos que lleva el nuevo técnico logrados ante su gente, pasa por esa parte del fútbol.

Ante el derbi no fue una excepción, con el córner botado en el minuto 48 por Aketxe que fue al segundo palo y para que Arriaga rematara con el muslo y Toni Abad pugnando con Soberón no pudiera despejar el balón que suponía toneladas de oxígeno para este Zaragoza enfermo de fútbol y de consistencia. Eso sí, la alegría solo duró nueve minutos por esa flojera que el equipo tiene en su sistema defensivo, esta vez por el lado de Calero, aunque siempre hay culpables que señalar en el mal balance de este equipo, que lleva 55 dianas encajadas en 37 jornadas.

De los seis goles a balón parado con Gabi, solo el de Soberón ante el Córdoba fue de penalti, ya que el de Jair ante el Mirandés fue en un medido saque de esquina de Tasende cabeceado de forma magistral, la reacción ante el Eibar se articuló en una falta sacada en corto por Toni Moya que Pau dio a Francho para el perfecto pase a Jair y en el córner que Moya regaló a la cabeza de Poussin, mientras que ante el Levante el último tanto, el de Soberón, se anotó de nuevo en un córner también del extremeño, que Jair prolongó para que el pichichi del equipo anotara.

Así, de todos los tantos del Zaragoza en estos seis partidos con Gabi, solo el de Pau Sans a pase de Adu Ares no llegó desde la estrategia. El dato es revelador y está claro que la permanencia de este Zaragoza inconsistente y sin apenas fútbol apunta a sustanciarse en el balón parado. Ojalá sea así, pero sobre todo que lo sea. 

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