La opinión de Sergio Pérez

El pepinazo de Toni Moya y el futuro del Real Zaragoza en el canto de un duro

El Real Zaragoza volvió a desaprovechar otra gran oportunidad. Pudo ganar, también pudo perder. Empató ante el Huesca y se condena a un sufrimiento inhumano

Los jugadores del Real Zaragoza celebran el 1-0 con Aketxe, Pau Sans y Francho en primer término.

Los jugadores del Real Zaragoza celebran el 1-0 con Aketxe, Pau Sans y Francho en primer término. / LAURA TRIVES

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Aunque era conocido que el Eldense había vuelto a fallar (empate contra el Córdoba como local) y que, sucediera lo que sucediera en el derbi, el Real Zaragoza tampoco iba a pisar zona de descenso, el equipo entró en el partido con una actitud tranquila, contemplativa, algo habitual desde que Gabi Fernández es el entrenador. No hubo un plus de energía ni de furia producto de la emotividad de la noche ni de la importancia del encuentro. La afición volvió a estar extraordinaria, antes, durante y después. La Romareda registró la mejor entrada de la temporada.

Esa manera de presentarse en los partidos es uno de los patrones de este Zaragoza que necesita las victorias como el comer pero que las busca por el camino largo. Juega a no precipitarse y a no errar. Así pasan y pasan los minutos sin que suceda realmente nada interesante ni de verdadero calado, fijando los pies sobre el terreno y esperando que aparezca una oportunidad.

Esa pauta se repitió contra el Huesca. Hubo novedades importantes en la alineación (Francho de nuevo lateral derecho, Calero a pierna cambiada, al que Gerard Valentín desnudó de manera tremenda, Aketxe en el centro del campo con Arriaga y Guti, arriba Pau Sans por la derecha tras hacer grandes méritos desde el banquillo y Adu Ares por el otro costado, metiéndose mucho por dentro). El equipo produjo poco peligro en la primera parte. La más clara, una llegada de Guti al borde del descanso. Su disparo se marchó alto. Antes, el Zaragoza lo había fiado todo a buscar a Pau Sans en balones largos y al balón parado, a los córners y las faltas.

Precisamente en un saque de esquina se hizo la luz en la reanudación. Arriaga la metió para dentro en el segundo palo. Gabi está realizando un gran trabajo en esta faceta tan relevante para un equipo con enormes dificultades para generar ocasiones en el juego natural. El Real Zaragoza había dominado la posesión y el Huesca había estado muy conformista. Los oscenses soltaron amarras cuando se vieron abajo y se subieron a la moto de Valentín. Gerard fue una pesadilla por la banda derecha. Vertical, con un enorme desborde, constante. Solo cocinó el 1-1 con una acción suya de toda la vida. Kortajarena le puso la firma con una definición de alto nivel, parando el tiempo dentro del área y golpeando con clase de zurda.

Gabi había sentado a Calero para ver si Tasende desactivaba a Valentín. Imposible. Una vez más, y también es norma, el entrenador volvió a buscar la desesperada con las entradas de Liso, Dani Gómez y Bazdar. En el ir y venir pudo ganar cualquiera. Poussin salvó los muebles y Toni Moya acarició el 2-1. Le faltaron centímetros para que su balón entrara con un pepinazo brutal. El Zaragoza fue incapaz de ganar, no aprovechó el regalo del Eldense otra vez más, demostró una impotencia tremenda (6 puntos de 18 con Gabi) y se condenó a un sufrimiento inhumano en las últimas cinco jornadas. El riesgo de que se produzca una catástrofe de dimensiones históricas sigue ahí por la incapacidad del equipo de espantarlo. 

Tracking Pixel Contents