El 'caso Cordero' y los nuevos planes del Real Zaragoza

Para cómo podrían haber sido las cosas, la situación del Real Zaragoza está bien encaminada para terminar de amarrar la salvación en las últimas cuatro jornadas de esta Liga tan tortuosa y lamentable. Hace falta el último empujón y medio, y si puede ser, que haya pronto algún tropezón más del Eldense. Eso sí, el trabajo todavía no está hecho y hasta que matemáticamente no esté confirmada la continuidad en Segunda División bien hará el equipo en mantener las orejas tiesas y evitar errores imprevistos que reabran escenarios de alta peligrosidad.

La temporada 2024-2025 comenzó para el Real Zaragoza de manera ilusionante y está concluyendo de manera decepcionante. El desengaño ha sido enorme. Estos nueve meses de competición han abrasado en sus llamas a dos entrenadores, el primero Víctor Fernández, el más legendario de la plaza, luego a Miguel Ángel Ramírez, de cuyo recuerdo nadie querrá acordarse en el futuro. También ha ardido en la pira un director deportivo. Juan Carlos Cordero perdió su puesto a la vez que Ramírez por el desatino de su última apuesta para el banquillo.

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Todo ha saltado por los aires este año, incluida la firme idea de la Sociedad Anónima de apostar por la continuidad de los equipos humanos a todos los niveles con el objetivo de solidificar el proyecto y evitar constantes vaivenes y recurrentes cambios de dirección. Cuando cerró el pasado mercado de verano, la idea del club era clara. La plantilla estaba diseñada para perdurar en una base amplia, también el técnico y el director deportivo. Era tal el convencimiento de los rectores de la SAD en el modelo que en el pasado otoño ya tenían apalabrado el acuerdo de renovación de Juan Carlos Cordero hasta 2027.

El terrorífico devenir posterior de la temporada destruyó todos los planes. La mayoría de los futbolistas acabarán la Liga marcados, los malos resultados fundieron las figuras de Fernández y Ramírez y la confianza en Cordero desembocó en la desconfianza más absoluta y en su destitución. El nuevo responsable de la parcela deportiva del club no aparecerá hasta que el camino sobre el césped esté despejado.

Adu Ares empuña el arma

El Real Zaragoza está protagonizando una temporada desastrosa con consecuencias también terribles. Cada despido ha ido agrandando la profundidad de la herida, que todavía no está totalmente sanada. El objetivo de la SAD de apostar por la continuidad también cayó en saco roto y fue en vano. El proyecto de modernización hasta 2027, año icónico de inauguración de la nueva Romareda, ha pasado a un segundo plano después de que el club lo llevara al primero de manera deliberada en mitad de las primeras grandes tormentas de esta campaña. La temporada ha sido tan mala que ha dejado consecuencias medibles, con víctimas con nombres y apellidos. Y no serán las últimas.