30 AÑOS DE LA RECOPA
Miguel Pardeza, capitán del Real Zaragoza campeón de la Recopa: "El Zaragoza era aquello, no esto"
Sus manos, las que poco antes se había llevado a la cabeza cuando marcó Nayim, fueron las que recogieron una Recopa que, asegura el onubense debe servir para recordar el lugar al que regresar.

Pardeza, con su hijo Dani en brazos, junto a la Recopa y sus compañeros en La Romareda en el partido tras conquistar el título. / CALVO PEDRÓS / REAL ZARAGOZA

30 años no es nada, dicen.
Bueno, bueno. 30 años son 30 años, pero pasan rápido, sí.
¿Qué se le viene a la cabeza al recordar aquello?
Grandes recuerdos, sin duda. Siempre hay gente que te recuerda aquel momento, y no solo se trata de personas nostálgicas, sino sobre todo agradecidas. Además, todo adquiere una dimensión especial a tenor del momento actual del club y que la afición vive y sufre como buenamente puede. Pero también necesita tirar de memoria para mantener la esperanza viva y no olvidar que el Real Zaragoza es un club histórico que no está donde le corresponde y que necesita recuperar su lugar lo antes posible.
¿Tirar de pasado glorioso con la que está cayendo puede llegar a ser un incordio para la gente?
No lo creo. Sencillamente, se trata de evocar un momento especialmente agradable, que no ha habido muchos así, y mantener la memoria viva. La gente tiene la tentación de comparar épocas, pero creo más bien que debe servir de recordatorio de lo que es este club y lo que debe volver a ser. Esa es la importancia de recordar aquello más allá de comparaciones un poco odiosas. Si para algo debe servir la celebración de los buenos momentos es para tener conciencia de que el Zaragoza tiene que salir cuanto antes de ahí para volver al sitio que le corresponde.
Aquel Zaragoza grande que hacía feliz a los suyos...
Y al que ahora le está tocando bailar con la más fea, pero habrá que tener paciencia. Personalmente, tuve la gran fortuna, como todos los que formamos aquella plantilla, de que me tocó jugar en una época especialmente bonita y solo puedo estar agradecido por haber podido ser protagonista en un tiempo que nos hizo disfrutar y que dejó una huella imborrable en la historia del club.
Tiene una nieta, ¿no?
Sí, Martina, de casi dos años. ¿Por qué?
¿Qué le dirá si algún día le pregunta cómo fue ganar la Recopa con el Zaragoza?
Soy poco abuelo de contar batallitas. Y no sé si a ella, que aún es muy pequeña, le va a gustar el fútbol. En todo caso, solo espero que, si es así, sea aficionada del Zaragoza y pueda verlo en Primera y en una situación muy distinta a la actual.
¿Hay algo que no se haya contado de aquella noche?
Se ha contado todo porque el Zaragoza, salvo en contadas ocasiones, no ha tenido muchos momentos como aquél. Es una historia muy contada tanto por muchos miembros de aquella plantilla como por aficionados o periodistas que han vuelto una y otra vez a aquel momento. Lo importante, insisto, es que se recuerde para tomar conciencia de lo que es el Real Zaragoza y hacia dónde tiene que dirigirse.
Aquella imagen de usted, capitán, recogiendo el trofeo con la caja de la medalla en la boca se hizo eterna.
Es una anécdota con visos de subsistir, sí. Fue gracioso, pero es que no sabía dónde meterla. Los futbolistas no tenemos bolsillos y recoger a la vez la medalla y el trofeo se me hizo un mundo, así que aquella anécdota se convirtió en algo casi inmortal.
Como su quietud cuando Nayim ejecuta el milagro….
Fui, supongo que como la gran mayoría, de los que pensó ‘pero a dónde va este’. Era un momento especialmente agónico después de un partido muy sufrido y estábamos todos exhaustos y pensando en los penaltis. Fue un acto de genialidad que no se le habría ocurrido a a nadie, solo a él para su gloria y la de todos nosotros. Nos evitó la agonía, el estrés de los penaltis y muchas cosas más.
"Nada hay mejor que jugar con gente que no se arruga ni es esconde"
¿Cómo vive un capitán la previa de un partido de ese calibre? ¿Cuál era su objetivo prioritario o la principal directriz que debía presidir la arenga?
La sensación que teníamos los que andábamos por la treintena era de que estábamos ante nuestra gran oportunidad en el fútbol. Otros tenían más tiempo, pero a nosotros nos quedaba poco margen para reeditar algo así y había que darlo todo para culminar un buen campeonato porque igual no volvíamos a tener una oportunidad como aquella para escribir una página tan bonita en la historia. Además, quería recuperarme porque llegué tocado muscularmente a la final y trabajé muy duro los días previos. Sabía que iba a tener alguna dificultad, pero gracias al trabajo de todos pude llegar sin molestias y disfrutar aquello.
¿Estaba nervioso?
Nunca he sido alguien especialmente nervioso. Solo estaba centrado en llegar en las mejores condiciones y eso quizá me ahorró pensar demasiado en el partido. Solo me preocupaba trabajar muchas horas al día para poder llegar en las mejores condiciones. Ese era el objetivo y, cuando conseguí recuperarme y me di cuenta de que las piernas respondían bien, fue cuando empecé a pensar en el partido en sí. Me ahorró un poco de estrés, inquietud y angustia.
¿Alguna cara o algún gesto en el vestuario que se le quedara grabado? ¿Qué vio en los ojos de sus compañeros?
La gente cree que esos partidos son complicados y que son en los que más hay que hablar, pero son los que menos retórica aportan. Todo el mundo es consciente de lo que significa una final y, por otro lado, haber llegado hasta allí ya avalaba el trabajo que veníamos haciendo. Poco había que decir más allá de algún recuerdo técnico. El jugador que no sabe afrontar una final europea no se ha hecho merecedor de estar ahí y nosotros sabíamos muy bien lo que teníamos que hacer. La lección estaba bien aprendida.
«¿La medalla en la boca? Es que no sabía dónde meterla, se me hizo un mundo»
¿Vio miedo en algún semblante?
No. Éramos un equipo valiente. Si el equipo tenía alguna virtud más allá de las condiciones físicas y técnicas, era su gran personalidad tanto individual como colectivamente. Como los grandes equipos. El nivel era altísimo en todas las líneas y también entre los que jugaban menos. No hay nada mejor que jugar con compañeros que ni se arrugan ni se esconden.
¿El Zaragoza ganó aquella Recopa porque fue valiente?
Indudablemente. Era un equipo tremendamente valiente que jugaba de tú a tú ante cualquiera y que podía ganar o perder, pero nunca caía por encogerse o por falta de carácter o personalidad. Cuando perdíamos era por no haber tenido el día o porque el rival era mejor, pero, desde el punto de vista psicológico, aquel equipo no perdía casi nunca.
Y tras la gesta, la juerga. ¿Desfase o todo muy comedido?
Más allá de la euforia final, recuerdo el cansancio, las molestias y una noche de celebración. Todo terminó muy tarde y la mayoría nos fuimos a tomar algo por París y a cenar un poco más. Lo que me viene a la cabeza es la alegría de todo el mundo y la nuestra al pensar en cómo iba a ser el recibimiento en Zaragoza. Yo ya había tenido la feliz experiencia de saber lo que era aquello tras ganar las finales de Copa del 86 y del 94 y fue algo maravilloso. Sabía de sobra cómo se iba a volcar la ciudad y cómo es el aragonés cuando lo hace con su equipo y su gente.
«Cuando tiró Nayim yo también pensé ‘pero a dónde va este’»
Igual se quedó corto a tenor de cómo estaba la plaza del Pilar al día siguiente.
Fue tremendo. Aquello encogía el alma, te da mucha alegría y te hace sentir orgulloso de lo que has hecho en un campo de fútbol junto a tus compañeros. Ser capaz de generar ese volcán de entusiasmo, gratitud y satisfacción es de las cosas más bonitas que tiene el deporte o cualquier actividad que te permita ser reconocido por los demás. Y hace que te sientas muy afortunado de contribuir a que la gente sea más feliz.
Este Zaragoza da para escribir un libro, con lo que usted sabe de eso.
No tanto un libro, sino más bien una crónica deportiva y social en la que los capítulos no serían especialmente gloriosos, pero, insisto, lo importante es que celebrar el pasado debe servir para que no se olvide que el Zaragoza es aquello, no esto. Me da pena que chavales de 13, 14 o 15 años piensen que el Zaragoza es un equipo de Segunda División porque no es así. Esta categoría es donde está pero no donde debería estar y aquello nos debe servir de motivación para recuperar el lugar perdido.
- El estupor por la actuación arbitral en Oviedo alcanza a los propios colegiados
- Miguel Linares, exjugador de Real Zaragoza y Oviedo: 'Si te recortan cinco puntos en tres jornadas te vas a merecer el descenso
- Jamelli sube a Segunda con el Ceuta: 'Ya pienso en el partido con el Real Zaragoza
- El Real Zaragoza cae en el descuento de Oviedo y retrasa la salvación (1-0)
- De la Fuente y la mala leche. La crónica del Real Oviedo-Real Zaragoza (1-0)
- El Zaragoza más serio, De la Fuente Ramos y el partido del siglo ante el Deportivo
- Nico Rodríguez y Alfredo Merino son las otras dos vías
- El traslado de la mayoría de los entrenamientos a La Romareda coincide con una reducción en el número de lesiones