La opinión de Sergio Pérez
La final de Oviedo, las caretas y las caras para el próximo proyecto del Real Zaragoza
La salvación está bien encaminada, pero aún no está hecha. Eso el lo primero. Luego, cuando llegue, el Real Zaragoza se tendrá que sincerar consigo mismo y tomar muchas medidas deportivas y estructurales

Fernando López, director general del Real Zaragoza, durante una presentación en La Romareda. / LAURA TRIVES

Aunque en realidad no hacía falta hacerlo porque el objetivo de la actual propiedad siempre ha sido el mismo, se dijera públicamente de una manera enmascarada o con mucha más claridad, Fernando López fue quien acuñó el modo de expresarlo más recordado tras su toma de posesión como nuevo director general: “Ya es hora de quitarnos las caretas, el ascenso es el primer objetivo”.
Más por la forma que por el fondo, que el fundamento de la cuestión era el mismo desde que este grupo de inversores se presentó en la ciudad al calor de un proyecto ambicioso para subir a Primera y la construcción de un nuevo estadio muy apetitoso, la frase se quedó para la historia de la actual temporada por su construcción tan llamativa. Reunía todos los elementos necesarios para perdurar.
En la campaña en la que los ejecutivos de la SAD se han referido al ascenso de manera más directa y sin ningún tipo de escapatorias intermedias, el Real Zaragoza afrontará este domingo en Oviedo la antepenúltima jornada sin la permanencia en la categoría todavía amarrada, aunque sí bien encaminada después de los dos últimos triunfos consecutivos: en Ferrol y frente al Cartagena en esa noche de sábado de locura en La Romareda.
Como es normal después de un campeonato así de desastroso, la Liga ha dejado marcados a una gran mayoría de los futbolistas, que fueron contratados para formar parte de un proyecto de ascenso y han acabado llevando al club a una situación de máximo estrés y riesgo con la amenaza del descenso en el cogote. Por supuesto también a los entrenadores que han desfilado por el banquillo antes de Gabi, de momento a salvo.
Los buenos números del actual técnico en La Romareda, donde todavía no ha perdido, su capacidad para ganar de cualquier manera cuando había que ganar por lo civil o por lo criminal, el salto de calidad en los resultados con respecto a la terrorífica etapa de Miguel Ángel Ramírez y la imprescindible colaboración del Eldense cuando peor lo estaba haciendo el equipo nos han traído hasta este momento.
El Zaragoza se puede salvar este próximo domingo si vence en el Tartiere y el Eldense no gana en Castellón en dos partidos que se disputan de manera simultánea. También puede pasar lo que nadie quiere que pase: una derrota aragonesa en Oviedo, un triunfo del conjunto de Oltra y que la diferencia se estreche hasta los dos puntos con seis por repartir.
Esa es la primera tarea que aún ha de rematar el Real Zaragoza, todavía galopando sobre los efectos del subidón anímico del gol de Dani Gómez, que condujo hasta una victoria in extremis de un altísimo valor deportivo y emocional. Hasta que las matemáticas no respondan que la salvación es inapelable, la tarea no estará terminada y, por lo tanto, el peligro seguirá existiendo y no habrá desaparecido.
De modo que aún hay que dar el último paso y garantizar la permanencia en el fútbol profesional. Luego, con eso asegurado, que aún no lo está y no hay que olvidarlo sino recordarlo, será tiempo de que el Real Zaragoza se sincere consigo mismo, se quite unas cuantas caretas y tome las medidas necesarias en la plantilla, que son muchas, y a nivel estructural, que son tantas o más, para que el próximo sí pueda ser verdaderamente un proyecto de ascenso.
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