La opinión de Sergio Pérez

La renuncia a Arriaga y el capo que el Real Zaragoza necesita en el centro del campo

El Zaragoza no ha podido retener a Arriaga. El equipo necesita un líder, personalidad, pie y calidad en el medio. Un capo

Kervin Arriaga, durante un calentamiento del Real Zaragoza en La Romareda.

Kervin Arriaga, durante un calentamiento del Real Zaragoza en La Romareda. / LAURA TRIVES

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

En su primera intervención pública como director deportivo del Real Zaragoza, Txema Indias usó la palabra asustados para referirse al estado emocional por el que habían pasado el club y sus aficionados en la última temporada cuando asomaron bien cerca las orejas del lobo de un descenso a Primera RFEF. Seguramente, asustados es un término bastante suave para el escenario tan comprometido y peligroso que vivió y sufrió el zaragocismo, pero a Indias se le entendió todo lo que quería decir.

Felizmente, el equipo salvó el escollo de la mano de Gabi Fernández, que supo aplicar el plan adecuado para un momento tan complejo. Echó a sus jugadores atrás, blindó La Romareda, sumó cuando tenía que sumar y aprovechó la colaboración del Eldense en los momentos más críticos del final de la Liga. La primera consecuencia de esa mejoría fue la permanencia. La segunda, lo que ha empezado a gestarse en las últimas semanas: una profunda reestructuración de la línea defensiva y de la portería, los focos de los principales problemas de la pasada campaña y los dos pilares sobre los que Indias y Gabi asentarán el proyecto de la temporada 24-25.

Habrá pocos supervivientes en esas dos zonas del campo. Otra cosa será de ahí en adelante. En el medio, el Real Zaragoza tiene varios jugadores con contrato en vigor. Guti, que llegó de vuelta en invierno, y Francho, recién renovado hasta 2030, llevarán la bandera de Aragón y el alma zaragocista de la plantilla. Serán dos piezas muy importantes en la campaña entrante. Junto a ellos dos, Toni Moya amplió su vinculación hasta 2026 por partidos jugados, Aketxe termina también ese año y Keidi Bare lo hace en 2027, como Gori Gracia, que regresa de su cesión al Ibiza de Primera RFEF, donde ha jugado muy poco. En ese ramillete hay varias piezas que el club considera recuperables, lo cual es una ventana de oportunidad o un riesgo, según si uno ve los vasos medios llenos o medio vacíos.

El mejor futbolista del centro del campo de la pasada temporada fue Kervin Arriaga. La SAD tenía hasta este lunes para firmarlo en propiedad en virtud del acuerdo alcanzado con el Partizan. La carga económica que suponía su contratación y las estrecheces por el espacio salarial que ocupan muchos sueldos altos ya comprometidos dio con los huesos del hondureño fuera del club. Arriaga ya se ha despedido de la que fue su afición durante unos meses, cortos pero intensos. Seguramente terminará en el Levante.

Su baja es sensible, pero hay que contextualizarla. Arriaga fue el mejor futbolista del Real Zaragoza en los últimos cinco meses de competición, el más regular y consistente. Fue pieza clave para la salvación. Eso sí, sobresalió mucho en un contexto de compañeros hundidos, a muy bajo nivel la mayoría, en el que él fue capaz de sacar la cabeza y brillar en su juego: el despliegue, el corte, la recuperación, el esfuerzo, la lectura táctica y la capacidad para generar peligro a balón parado. La afición apreció su implicación y lo convirtió en un hombre muy querido.

Que el Real Zaragoza no haya podido firmar a Arriaga en unas condiciones ventajosas es una mala señal, más todavía en el proyecto de base defensiva que Indias y Gabi quieren construir. Pero no es el fin del mundo. En esa parcela del campo, la plantilla tiene algún jugador recuperable en una mejor dinámica y varios futbolistas físicos, pero sobre todo necesita un par de piezas nuevas traídas de fuera, una al menos con el pie en el sitio y capacidad para jugar y hacer jugar. Con calidad y personalidad. El Zaragoza necesita un capo en el centro del campo.

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