Así juegan los equipos de Emilio Larraz, técnico del Zaragoza: orden, equilibrio y flexibilidad táctica con el 4-4-2 y el 4-3-3 como dibujos habituales
El aragonés diseña sus equipos sobre el orden y el equilibrio en torno al clásico 4-4-2 sin renunciar al rombo, aunque este curso estaba recurriendo habitualmente al 4-3-3 en el filial

Larraz, durante un entrenamiento en el Ibercaja Estadio. / MIGUEL ANGEL GRACIA

El Real Zaragoza de Larraz es una incógnita. Las dudas en torno al once que utilizará el nuevo entrenador en su estreno y el dibujo sobre el que se diseñará su formación se acentúan en base al bajo rendimiento y la progresiva insolvencia de un equipo que no está dando una a derechas hasta el punto de quedar inmerso en una de las peores crisis de su historia.
Habrá cambios, previsiblemente, en el primer once de Larraz, pero, seguramente, no demasiados. Quizá también varíe el dibujo que venía utilizando Gabi, que apostó por el 4-1-4-1 en sus últimas citas como entrenador zaragocista. Si Larraz se mantiene fiel a su ideario, apostará por el habitual 4-4-2 (sin descartar el rombo) o el 4-3-3. El primer sistema es el que más ha utilizado a lo largo de su carrera y el segundo ha venido siendo usado habitualmente este curso en un filial en el que el técnico zaragozano estaba encantado.
Pero si algo caracteriza a Larraz es su firme disposición y capacidad para adaptarse a lo que tiene. En lo que se refiere a jugadores y al propio dibujo. Por eso, no es descartable que otorgue cierta continuidad para no aplicar una ruptura definitiva con lo anterior y, de este modo, suavizar la transición. De hecho, apenas ha dirigido cinco entrenamientos antes del partido ante la Cultural, lo que desaconseja, en cierto modo, giros excesivamente bruscos y sugiere una flexibilidad táctica que luce entre sus principales virtudes.
Pero el duelo ante la Cultural sí ha de servir para que el aragonés muestre una diáfana declaración de intenciones acerca de lo que pretende. El esbozo incluiría, sobre todo, orden, el aspecto fundamental sobre el que se concibe cualquier equipo de Larraz, al que, además, le encanta dotar de velocidad a los costados, con los extremos a pierna natural o, en caso de no ser posible por configuración de la plantilla, a través de laterales profundos, lo que abriría paso a un diseño en rombo.
Pero, si hay algo a lo que Larraz concede tanta relevancia como al orden, eso es el talento. La magia, el descaro y la valentía no solo tienen cabida, sino que son necesarios. En su filial, Pinilla ponía esa dosis extra de calidad casi siempre desde la mediapunta como enlace perfecto entre la generación y la definición. Pero la continua presencia de Hugo en el primer equipo obligó al técnico a buscar sucesor recurriendo a las numerosas opciones que siempre brinda una Ciudad Deportiva a la que Larraz dota de potencial para convertirse en una de las mejores canteras de España. Ahí surgió la colosal figura de Tobajas, tan desequilibrante como inteligente, para poner la magia en el Deportivo Aragón.
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