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El rival del Real Zaragoza. La Cultural de Aspire

La academia internacional creada en Catar se hizo cargo en 2015 del equipo leonés, asumiendo su deuda, que ya ha eliminado, para invertir más de 20 millones desde entonces. Son propietarios del Kas Eupen belga y colaboran con una red de más de 50 clubs en todo el mundo con la base de impulsar el fútbol catarí

El presidente, Mohammed Al Suwaidi, con un jugador de la selección de Catar en un amistoso ante la Cultural en el Reino de León.

El presidente, Mohammed Al Suwaidi, con un jugador de la selección de Catar en un amistoso ante la Cultural en el Reino de León. / Diario de León

Santiago Valero

Santiago Valero

En 2015 la Cultural Leonesa era un club casi al borde de la quiebra, con una deuda de 1,7 millones y la necesidad de abonar de inmediato 200.000 euros que le abocaban a la desaparición, pero su gerente, Felipe Llamazares, exárbitro de baloncesto, encontró en Catar la solución. La Academia Aspire, que tres años antes había desembarcado en el KAS Eupen belga, dio el paso para llegar al club leonés, asumiendo toda la deuda en una operación de compra llena de aroma de basket, conducida por el abogado José Lasa, exjugador del Madrid, base en concreto, y que pasó a ser secretario del consejo, y empujada por el expívot madridista Antonio Martín.

Iván Bravo, director general de Aspire, una academia que depende directamente del emir de Catar, fue la otra figura clave de esa llegada y ahora de todo el fútbol catarí, al que ha conducido a dos Copas de Asia y a dos presencias en el Mundial, la primera en 2022 como anfitrión y la de 2026 con el mérito de la clasificación rubricada por Julen Lopetegui. Hasta 2019 estuvo Bravo como vicepresidente de la Cultural y ahora la controla en la lejanía como máximo responsable de Aspire y es además presidente del Alcorcón, si bien esa operación es independiente de Catar y llegó con el millonario David Blitzer.

Llamazares, exdirector general, junto al presidente Al Suwaidi, en una presentación.

Llamazares, exdirector general, junto al presidente Al Suwaidi, en una presentación. / Diario de León

En los primeros años la Cultu fue, como el Eupen, lugar de paso de jugadores de ese país con la mirada puesta en el Mundial, aunque ahora siguen llegando futbolistas de este estado asiático, en este caso al filial del cuadro leonés. Aspire, con el poder de los petrodólares, aspira a ser desde su fundación en 2004 el «mejor centro de formación del mundo», como aseguraba el propio Bravo, y, además de estos dos clubs, tiene una escuela en África y más de 50 equipos con acuerdos de colaboración en todo el planeta.

A la Cultural le tocó la lotería con esa apuesta de Aspire, que ha saneado la entidad, con más de 20 millones invertidos, hasta dejarla en deuda cero y que le ha dotado de recursos suficientes para volver a la categoría de plata tras pisarla por solo una temporada en 2017, entonces con Rubén de la Barrera como técnico, un paso efímero con descenso en 2018 que no cambió la forma de pensar de Aspire, que tiene una base y modelo de funcionamiento muy diferentes de otros grupos inversores multipropiedad, como es el caso del Real Z LLC, propietario del Real Zaragoza desde 2022. En lo que sí se parecen es en la poca transparencia de las operaciones y en la lejanía de los dueños.

Diferente a otros grupos

Aspire manejó la posibilidad luego desechada de, tras el Mundial de Catar, disminuir su presencia en la Cultu, vendiendo el 60% del 99,17% que controla del conjunto leonés, pero de momento es el dueño total, con Mohammed Khalifa Al Suwaidi como presidente desde 2019 y antes lo fue Tariq Al Naama, a los que apenas se les ha visto por León. Casi recién cumplido su centenario en 2022, el club, con Raúl Llona de entrenador, volvió a pisar la Segunda tras el ascenso sellado como campeón del Grupo I de Primera RFEF en mayo y tiene la solidez que le otorga este conglomerado de formación de Catar y el contador de deuda en la casilla cero, además de un capital social que tras ese retorno se ha incrementado de los 2,6 a los 5,2 millones, lo mínimo que exige el CSD, y con un límite salarial que es de 6,9.

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