La opinión de Sergio Pérez
El próximo entrenador del Real Zaragoza y la crisis más grave de la historia del club
Txema Indias ha de dar en el clavo con el próximo técnico. Queda tiempo, pero el tiempo corre en contra a toda velocidad

Los jugadores del Real Zaragoza aplauden a la afición tras el 0-5 contra la Cultural Leonesa. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

La crisis más grave de la historia del Real Zaragoza. Esto es exactamente a lo que se enfrenta el consejo de administración de la Sociedad Anónima Deportiva, que ya ha dado la orden de fichar un entrenador-bombero-druida que intente hacerse con la situación para sentarse el domingo en Gijón, los ejecutivos del club que viven en la ciudad, la dirección deportiva que encabeza Txema Indias y la plantilla de futbolistas que han metido al equipo aragonés en una situación dramática.
Es apremiante e inaplazable que cuanto antes todos los implicados tomen conciencia de la extrema gravedad de la crisis, de dónde está el Real Zaragoza, de cuánto de complejo es el escenario y de cómo de espeluznantes pueden ser las consecuencias si la situación no se encauza en las próximas semanas. Las secuelas que están en juego para la propia SAD, para el futuro de uno de los símbolos principales de la capital aragonesa y de toda la comunidad y para la sociedad zaragozana. Hasta para vaya usted a saber para qué más. Un terremoto de este calibre tiene consecuencias a todos los niveles, algunos incluso impensados o impensables.
El 0-5 de la Cultural Leonesa en el Ibercaja Estadio fue una humillación histórica que quedará en la memoria colectiva como una de las noches negras en la historia de un club con decenas de días de gloria en su currículum, ahora olvidados en el baúl de los recuerdos. La apuesta por Emilio Larraz como antídoto y revulsivo para una coyuntura muy preocupante salió tan mal como nadie hubiera sido capaz de imaginar. A ello contribuyeron sus jugadores, todos y cada uno pero sobre todo los dos expulsados: Juan Sebastián y Akouokou.
Lejos de atajar los vientos de crisis, el huracán se enfureció tras una tarde aciaga y multiplicó la dimensión del problema. El Real Zaragoza se presentó en el partido con un entrenador provisional, condición que el propio club le otorgó a Larraz a ver qué sucedía. Nadie, ni el peor pensado, podía intuir algo así. En realidad, Emilio se sentó en el banquillo porque la SAD no tuvo preparado a tiempo el recambio de Gabi Fernández. Los que hubiera querido firmar, no querían firmar. Los que querían firmar, la entidad no quería firmarlos.
A la actual propiedad, todo le está saliendo al revés. Evidentemente, no es una casualidad fruto de una concentración de factores azarosos en contra. Más bien la consecuencia de una serie cada vez más nutrida de errores propios. Ahora tienen ante sí un desafío extraordinario: poner solución a la crisis más grave de la historia del club. El plan de choque con el nuevo entrenador ha de funcionar de manera inmediata para mantener con vida al equipo en las próximas semanas. Txema Indias ha de dar en el clavo. Y, luego, en el mercado de enero, la SAD tendrá que reforzar la plantilla para salir de este tremendo atolladero. El Zaragoza cuenta con un activo a su favor: queda tiempo. Y, paradójicamente, con el mismo como hándicap: el tiempo corre en contra a toda velocidad.
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