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La opinión de Sergio Pérez

La varita mágica de Rubén Sellés y la hora de exigir mucho más a los futbolistas del Real Zaragoza

Gabi y Larraz ya han caído. Los jugadores siguen y tienen una gran responsabilidad en la situación. No son lo que parecen, son algo mejores

Rubén Sellés, a la salida de la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza junto a Txema Indias el lunes por la noche.

Rubén Sellés, a la salida de la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza junto a Txema Indias el lunes por la noche. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Dos entrenadores han purgado ya sus culpas. El primero, Gabi Fernández. Con él, por él y para él, el Real Zaragoza construyó la plantilla de la temporada 2025-2026 de acuerdo a un modelo de juego muy determinado que tuvo como consecuencia una profunda revolución con doce fichajes orientados a crear un equipo con una buena estructura defensiva. De ahí, la renovación a fondo de la portería, casi, casi total de la línea de atrás, junto con la incorporación de Akouokou, otra pieza clave en la planificación veraniega que definía claramente el estilo.

El segundo, Emilio Larraz, a quien hay que eximir de cualquier responsabilidad, ni siquiera de lo que ocurrió el pasado sábado con el cataclismo por 0-5 contra la Cultural Leonesa en el Ibercaja Estadio, un día que nunca olvidará. Con la mejor voluntad y ante la petición de la SAD de que se hiciera cargo del primer equipo por la falta de relevo en el mercado, Larraz cogió al vuelo la oportunidad, aquella por lo que había estado trabajando toda su vida. La estación en la que se subía al vagón era la peor posible. Pero era esa o ninguna. El tren pasaba en ese momento y en ese momento había que tomarlo. Aunque acabó arrollándolo, el sí de Larraz fue una decisión absolutamente humana.

Ante la Cultural, todo salió muchísimo peor de lo que nadie hubiera sido capaz de imaginar. Y ahí terminó una aventura que podía durar un día o muchos. Bastante tuvo que ver en cómo acabó todo el errático desempeño de los futbolistas. El Real Zaragoza terminó el encuentro con nueve y totalmente entregado a su suerte. En la rueda de prensa posterior, Larraz incluso salió en defensa de sus chicos, lo cual dice de él sin decirlo.

El 0-5 fue su sentencia, que comenzó a escribirse con la expulsión de Juan Sebastián y se remató con la de Akouokou. En este proceso tan penoso de principio de temporada, con el equipo colista a cinco puntos de la salvación, ya ha habido dos víctimas: Gabi y Larraz. Ante la situación de crisis extrema, las peñas preparan movilizaciones para protestar contra la gestión de la actual propiedad y el Ibercaja Estadio ha reclamado dimisiones con fuerza.

Rubén Sellés se estrenará en Gijón el domingo. Es el nuevo jefe. Tendrá que hacer magia y demostrar todas las habilidades que el club relató para su presentación en sociedad: exigencia, personalidad, presión alta, fútbol con ritmo. Sobre el césped continúan los jugadores, responsables directos de la situación y en cuyos pies está el futuro de un club de más de 93 años de historia. Desde el verano, varios de ellos han nombrado el ascenso como objetivo para esta campaña, muestra inequívoca de ambición personal y en ningún caso criticable. Andrada o Guti, por ejemplo. Ahora, la tarea es mucho más ingrata.

Alguno veía brotes verdes en las primeras jornadas, que luego marchitaron. Por ejemplo, Pomares. La mayoría tiene que pedir perdón cada semana cuando toma la palabra. Como Francho en su condición de capitán. El destino del Zaragoza depende de ellos, de su desempeño y de su nivel, hasta ahora bajísimo. No son lo que parecen, son algo mejores. A la espera del mercado de invierno, que será decisivo por la notoria necesidad de fichajes, es hora de exigirles. De exigirles mucho más.

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