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La opinión de Sergio Pérez

El ateísmo con Rubén Sellés y la única manera de recuperar la fe del Real Zaragoza

El descreimiento rodea la figura de Rubén Sellés. Eso puede ser un problema, pero también una gran oportunidad para él

Rubén Sellés, en una sesión de entrenamiento del Real Zaragoza.

Rubén Sellés, en una sesión de entrenamiento del Real Zaragoza. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Si alguno de los entrenadores, en plural, con los que el Real Zaragoza contactó hubieran dicho que sí, la decisión hubiese sido otra. Más convencional y dentro de lo que se podría haber catalogado como esperable. Un técnico que conociera la Segunda División, de los que en el plano teórico podrían haber convencido a la masa social de buenas a primeras y a los que se atribuye un cierto poder de resurrección por experiencias pasadas. Que luego se puede traducir en buenos resultados o no. El fútbol no es una ciencia exacta, ni nada garantiza que lo que funciona en un sitio y en un momento lo vaya a hacer en otro y en otro instante.

Pero fue que no. La consecuencia, que el Real Zaragoza se echó en brazos de Rubén Sellés, un perfil totalmente distinto, ante la necesidad de contratar a un responsable del banquillo a toda prisa después del cataclismo contra la Cultural Leonesa, ese 0-5 que quedará en la memoria colectiva como una de las noches negras de esta oscura historia contemporánea del club.

Sellés se estrenará este domingo en Gijón contra el Sporting en una situación extremadamente crítica a pesar de que al calendario le quedan todavía 32 jornadas por completar. Como casi nadie esperaba un fichaje de un entrenador como él, hay cierto ateísmo a su alrededor. Este descreimiento puede ser una desventaja, pero también una gran oportunidad.

La expectativa generalizada es baja por el desconocimiento de su figura y por el durísimo calendario del equipo en las próximas semanas. Sin embargo, Sellés ha de tomar esta coyuntura, que es la que le ha tocado vivir, como una ocasión de oro. De la nada, nada sale. Aquí, en realidad, no es no que haya nada. Hay un entrenador que ha cubierto experiencias meritorias en contextos complejos en la Championship y en la League One, el segundo y tercer escalón del fútbol inglés, rescatando a clubs en escenarios de enorme dificultad.

Esa es la razón principal por la que la SAD lo ha firmado entre lo que podía firmar, que no es lo que hubiese querido firmar en una primera instancia. Sellés se va a encontrar aquí el hábitat más complejo de toda su carrera deportiva. Bien hará en entenderlo cuanto antes para aplicar las recetas más adecuadas contra una crisis que exige un rebote inmediato, sobre todo en el césped. Antes de viajar a Gijón, el valenciano abanderó un discurso muy futbolístico y denso, con el que fue descubriendo más matices sobre cuál es su libro de estilo, qué quiere y cómo, palabra en la que se detuvo especialmente para darle la mayor importancia al proceso. Proceso, acción de avanzar hacia adelante. En el fútbol eso solo se consigue ganando o empatando.

Antes, en la rueda de prensa de la presentación de Sellés, además de confesar que llevaba varios días sin dormir, Txema Indias definió perfectamente la situación, de la que él es corresponsable: “Ahora mismo somos el peor equipo de la categoría, pero no creo que seamos la peor plantilla”. La plantilla debería contar con un nivel mejor del que tiene con la importante cifra de dinero que hay invertido en ella, pero no es la de menor fuste de Segunda a pesar de los errores manifiestos cometidos en algunas contrataciones. En cualquier caso, no es para ir colista. El éxito de Sellés estará justamente en dar con la solución a esos tres problemas: hacer equipo, conseguir que sus futbolistas toquen sus máximos, algo que hasta ahora no ha sucedido, y que el proceso empiece a dar frutos de modo inmediato.

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