Con 145 años de historia a sus espaldas, Ibercaja es ante todo un superviviente del mapa financiero español, del que se ha esfumado desde la crisis financiera de 2008 casi todas las cajas de ahorros, grupo del que formaba parte. La mala gestión de muchas de ellas, la presión de los reguladores nacionales y europeos y la competitividad de un negocio en plena transformación ha forzado una cascada de operaciones de fusión y absorción, con varias replicas en la última década y media. Esta reestructuración ha reducido a apenas una decena el número de entidades de mediano y gran tamaño, entre las que figura la aragonesa. Aunque la regulación le obligó a convertirse en un banco convencional, conserva parte de sus esencias, como lo atestigua una importante obra social y el arraigo territorial. Mantenerse su independencia seguirá siendo el gran reto en el proceso bursátil que ahora afronta.

El actual grupo es el resultado de la segregación y traspaso a Ibercaja Banco del negocio financiero de la extinta Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, hoy transformada en la Fundación Ibercaja. En 2013 absorbió Caja3, formada a raíz de la segregación y posterior fusión del negocio financiero de tres antiguas cajas de ahorros: la aragonesa Inmaculada, Badajoz y Círculo de Burgos. Las fundaciones herederas de estas entidades son ahora sus accionistas minoritarios, con casi el 12% del capital.

La actividad principal que tiene es de banca minorista centrada en particulares, familias y pymes, lo que tiene reflejo en su sencilla estructura de balance y su bajo perfil de riesgo. A 30 de septiembre de 2021, contaba con 58.200 millones de euros en activos totales, lo que le sitúa como el noveno banco español por tamaño y una cuota de mercado del 2,4% en préstamos a particulares y entidades no financieras. La entidad, que dirige Víctor Iglesias desde el año 2015, dispone además de con unos 4.500 empleados, cerca de un millar de oficinas y 1.200 cajeros automáticos en toda España.

Un entorno de fusiones

Ibercaja obtuvo un beneficio de 146 millones de euros entre enero y septiembre de 2021, el doble que el año anterior en ese mismo periodo, gracias a la recuperación económica. La joya de la corona de la entidad es su grupo financiero, que agrupa la gestión de fondos de inversión, planes de pensiones o seguros. De hecho, es la cuarta a nivel nacional en términos de gestión de activos y productos de seguros vida-ahorro con 31.900 millones y reservas técnicas.

El banco había expresado en fechas recientes su intención de salir a bolsa en el primer trimestre de 2022 si se daban las condiciones del mercado propicias, un salto que finalmente prevé hacer realidad tras haberlo pospuesto en varias ocasiones en los últimos años por diferentes circunstancias. La entidad tiene de plazo hasta finales de 2022 para el desembarco en el parqué, la fórmula elegida para cumplir con la obligación legal de que la Fundación Bancaria reduzca por debajo del 50% la participación en su capital, que ahora es del 87,5%. El limite temporal vencía inicialmente al cierre de 2020, pero el Gobierno de España le concedió una prórroga de dos años tras el estallido de la pandemia de coronavirus, que hacía inviable la ejecución de esta operación.

En estos años, Ibercaja ha visto cómo otras entidades se han ido fusionando. Las dos últimas, Unicaja y Liberbank, que acaban de cerrar todo el proceso de absorción. También se ha producido en este tiempo la fusión entre Caixabank y Bankia, la gran operación bancaria dentro de la crisis del coronavirus. De esta manera, en el panorama bancario español solo quedará una de las antiguas grandes entidades territoriales sin cotizar en el mercado bursátil, la vasca Kutxabank.