Hace apenas dos años Sonia, de 37 años, trabajaba como cuidadora de una pareja de ancianos en el zaragozano barrio de Las Fuentes. «Eran un matrimonio, llevaba mucho tiempo trabajando con ellos. Después de la pandemia y después tanto tiempo sin poder salir a la calle, igual que le ha pasado a muchos otros, los dos empeoraron y finalmente murieron, eran muy mayores», explica la mujer originaria de Colombia pero que lleva más de 15 años residiendo en la capital aragonesa.

«Desde que murieron todo fue muy complicado, de un día para otro me quedé sin trabajo y sin ningún tipo de ingresos y ha sido muy complicado encontrar otro empleo porque solo tenía experiencia cuidando ancianos y durante la pandemia nadie quería meter a un desconocido en su casa por miedo a contagiarse», cuenta la mujer.

Ahora mismo, del sueldo de la mujer, el mínimo posible, la mitad va a pagar el alquiler y las facturas del piso en el que vive con una compatriota. «Me gustaría estar sola y tener mi propio espacio pero entonces no tendría dinero para nada porque todo está muy caro», explica la mujer.

«He tenido que quitarme cosas en las que antes si que podía gastar, antes tenía caprichos porque el suelo era mayor. Procuro comprarme menos ropa, comparar precios antes de comprarme algo y además intento ahorrar para enviar algo a Colombia», explica Sonia. «Yo misma soy consciente de que he pasado unos meses muy malos, tuve que apoyarme mucho en mi compañera de piso y en otros conocidos, toda la situación ha sido aun más complicada al estar lejos de mi familia», asegura.

Respecto a las ayudas del gobierno, Sonia duda, «ni siquiera se si podría pedirlas porque no tengo la nacionalidad española, pero aún así al precio que está todo, me parece una cifra un poco ridícula», sentencia la mujer.

«Entiendo que habrá gente que le servirá para algo y me alegro mucho de que puedan tener esta ayuda extra, pero yo con 200 euros no hago absolutamente nada, no puedo pagar ni un mes de alquiler», añade resignada.

Según la mujer la solución debería centrarse en los altos precios y no en prestaciones. «Lo que necesitamos es que se regularicen y se estabilicen los precios porque no es normal todo lo que ha subido y que nadie esté haciendo nada», comenta Sonia.

«No es como si te tocara la lotería, pero sirve para cubrir gastos»

Marta prefiere no dar muchos datos más sobre si misma que puedan ayudar a identificarla. El bar en el que llevaba trabajando más de 15 años se vio abocado al cierre tras la pandemia. Lleva más de un año en paro convirtiéndose el sueldo de 950 euros de su marido el único que sustenta su familia de tres. «Es duro porque al final eres egoísta y te gustaría poder gastar dinero en cosas bonitas pero en cambio tienes que medir bien todos los gastos para cuando lleguen las facturas», explica Marta.

El alquiler y las facturas de la luz y el agua se llevan la mayor parte del presupuesto de la familia mientras que para el resto siempre aparecen trucos que ayudan a ahorrar. «Hace ya mucho tiempo que en alimentación todo es de marca blanca, nuestra situación antes tampoco es que fuera mucho mejor o sea que realmente tampoco es que hayamos encontrado una gran diferencia». En lo que sí que han notado una gran diferencia es el precio de la luz. Marta asegura que, en tan solo unos meses y sin variaciones evidentes en el consumo, el importe de las facturas se ha doblado. «También intentas tener cuidado, que no haya muchas cosas enchufadas a la vez pero resulta un poco complicado», comenta resignada la mujer.

Respecto a las ayudas al cheque anticrisis que ofrece el Gobierno la respuesta es clara, «si cumplimos con los requisitos y podemos solicitarlo claro que lo haremos, cualquier ayuda es bienvenida», asegura Marta.

«Nosotros tenemos la suerte de que tenemos una familia enorme y muy generosa que nos da comida cuando puede, que nos da ropa para el niño, que nos presta los libros para el colegio y que nunca dejaría que nos hundiéramos pero también es verdad que es agradable poder sentirse independiente por una vez», añade.

Aun así, Marta reconoce que 200 euros no es una cuantía que solucionaría de raíz los problemas financieros que atraviesa la familia. «Claro que me vendría mejor que me tocara la lotería pero la verdad es que es mucho menos probable y si ese dinero puede servir para cubrir algún gasto hasta que las cosas se solucionen, los precios se normalicen y hasta que nuestra situación financiera sea mejor, estaremos eternamente agradecidos de poder tenerlo y que sirva como ayuda», explica esta zaragozana