Si no se pone remedio a tiempo a un colapso por calor, cuando quien lo sufre es vulnerable o el calor es excesivo, se produce el cuadro más grave de la patología por calor: el golpe de calor. Los mecanismos termorreguladores fallan y si no se actúa con rapidez y de forma adecuada se origina un fallo multiorgárnico que puede derivar en el fallecimiento del paciente.

A diferencia de lo que ocurre en el colapso, en el golpe de calor la temperatura es muy elevada –supera los 39 y 40 grados– la piel presenta un aspecto seco y al tacto, se percibe caliente. Se va perdiendo poco a poco la consciencia y se puede llegar a entrar en coma. Se trata de una urgencia vital: hay que trasladar al paciente a un centro hospitalario lo más rápidamente posible. Aunque se trate a tiempo, la mortalidad es elevada y son frecuentes las secuelas neurológicas y de otro tipo en quienes sobreviven.

Hasta que se produce el traslado del paciente al hospital, se puede intentar bajar la temperatura corporal aplicándole compresas de agua fría y ofreciendo la ingesta de pequeños sorbos de agua.

Prevención

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ofrece una serie de recomendaciones para combatir el calor y evitar que este provoque un golpe de calor:

  • Mantenerse hidratado constantemente bebiendo agua u otros líquidos. Se deben evitar bebidas alcohólicas, café, té o bebidas muy azucaradas.
  • Permanecer en lugares frescos o a la sombra.
  • En casa, bajar las persianas y cerrar ventanas para evitar que entre el sol, especialmente en las horas de mayor temperatura.
  • Comer de forma ligera, como ensaladas, frutas, verduras o zumos.
  • No hacer ejercicio al aire libre en las horas de mayor temperatura, generalmente desde las 12 del mediodía hasta las cinco de la tarde.
  • En la calle, utilizar ropa ligera y de color claro, que atrae menos el sol, calzado fresco que permita la transpiración y sombreros.

Golpe de calor.

Diferentes tipos

Existen principalmente dos tipos de golpes de calor.

1. Golpe de calor en forma activa: Se da a causa de un exceso de ejercicio físico intenso en días calurosos o de humedad elevada (entre el 60 y el 70 por ciento). Es más frecuente entre hombres jóvenes.

2. Golpe de calor en forma pasiva: Se da en pacientes que ya padecen otras patologías que influyen en sus mecanismos de autorregulación. Es frecuente en personas mayores o jóvenes con enfermedades crónicas.

Consejos para cuidar la piel

Para contrarrestar los efectos del calor y la humedad, hay que saber que cada tipo de piel necesita unos productos específicos aunque existen recomendaciones generales de cara al verano:  

  • Seguir una rutina diaria de tres pasos: limpieza, hidratación y crema solar.
  • No abusar de los exfoliantes durante estos meses. Hidratar con más frecuencia si los baños son en playas o piscinas son frecuentes.
  • Evitar caminar descalzos en lugares públicos (paseos marítimos, duchas de la playa...) para prevenir algunos tipos de infecciones como las verrugas plantares.
  • Aumentar el consumo de agua diario entre un litro y medio y dos para evitar la deshidratación de la piel. No exponerse al sol entre las 11.00 y las 16.00 horas en el caso de los adultos y evitar la exposición directa de los niños. Utilizar siempre cremas, filtros físicos, gafas y gorras o similares.

Atención a los fármacos

Algunos fármacos pueden llegar a agravar el síndrome de agotamiento y deshidratación o de golpe de calor. Los que pueden requerir una mayor atención son los siguientes:

Diuréticos

Pueden provocar alteraciones en la hidratación y/o trastornos electrolíticos.

Antiinflamatorios no esteroideos

También entran en este grupo algunos antibióticos o antivirales. Pueden afectar a la función renal.

Antiarrítmicos, antiepilépticos

También antidiabéticos orales. Se trata de medicamentos cuyo perfil farmacocinético puede ser afectado por la deshidratación.

Neurolépticos

Y medicamentos con propiedades anticolinérgicas o vasoconstrictores. Pueden alterar la correcta termorregulación del cuerpo.

Sabías que... existen enfermedades que empeoran en verano

La rosácea

Esta afección caracterizada por manchas y enrojecimiento de la piel puede agravar sus síntomas por el contacto con activos agresivos como el cloro. Por ello se aconseja ducharse después del baño en piscinas y utilizar abundante crema hidratante.

Los hongos

El aumento de las temperaturas favorece las infecciones fúngicas como la pitiriasis versicolor, en la que se observan pequeñas manchas redondeadas en la espalda y el pecho, de color blanco y rosado, que suelen picar.

Las manchas solares

Desde un punto de vista estético, los cambios de pigmentación en la piel producidos por la acción del sol como el melasma o los léntigos pueden llegar a empeorar durante la estación estival debido a la mayor exposición a los rayos ultravioleta, la radiación infrarroja y la luz visible .

Las dermatosis solares

Este grupo engloba aquellas enfermedades en las que el sol es un desencadenante o puede intensificar los síntomas: la urticaria solar, el lupus, la erupción lumínica, la dermatitis fotoalérgica o la enfermedad de Darier.

La dermatitis seborreica

Este tipo de dermatitis puede agravarse en verano por el calor y el exceso de sudoración, sobre todo en el caso de las pieles grasas.

El cáncer de piel

Como es lógico, los pacientes con antecedentes de cáncer de piel de cualquier tipo deben extremar las medidas de fotoprotección.