Un nuevo estudio publicado ayer por la prestigiosa revista Nature encuentra que la Covid 19 afecta al cerebro y deja huella, causando una mayor pérdida de materia gris y daño tisular.

Esta investigación ha sido considera "única y muy valiosa" ya que es la primera en la que participan personas que se sometieron a escáneres cerebrales tanto antes de contraer la COVID como meses después.

Algo en la COVID-19 afecta al cerebro

Y como dice la Dra. Serena Spudich, jefa de infecciones neurológicas y neurología global de la Facultad de Medicina de Yale, que no participó en el estudio:

"Aquí hay una evidencia bastante convincente de que algo cambia en el cerebro de las personas que han padecido la COVID-19".

Pero advirtió:

"Tampoco podemos sacar conclusiones precipitadas. Porque afirmar que esto tendrá implicaciones clínicas a largo plazo para los pacientes me parecería una exageración".

"Además, no queremos asustar al público y que piensen que estamos ante una prueba de que todos acabarán sufriendo daño cerebral y no podrán funcionar con normalidad".

Una opinión que coincide con las de otros expertos en neurología, que no dudaron en afirmar que:

"Las implicaciones de los cambios que se muestran en este estudio no sugieren necesariamente que quienes han pasado la COVID vayan a sufrir daños duraderos, o cambios que puedan afectar profundamente su pensamiento, su memoria u otras funciones".

Un estudio con 785 participantes

El estudio contó con la participación de 785 voluntarios, entre 51 y 81 años, participantes en UK Biobank, un depósito de datos médicos y de otro tipo que incluye aproximadamente a medio millón de personas en Gran Bretaña.

Cada uno de los participantes se sometió a dos escáneres cerebrales, además de a algunas pruebas cognitivas básicas.

- Entre sus dos escaneos, 401 participantes dieron positivo por el coronavirus, todos infectados entre marzo de 2020 y abril de 2021.

- Los otros 384 participantes formaron un grupo de control porque no habían sido infectados con el coronavirus pero eran similares en edad, sexo, historial médico y nivel socioeconómico.

Los científicos mantienen que la variedad de áreas del cerebro donde aparece más pérdida de materia gris, plantea preguntas intrigantes Pixabay

Impactante en la cantidad, y en lo generalizado de la pérdida

Es conocido que el envejecimiento normal provoca la pérdida de una pequeña fracción de materia gris cada año.

Por ejemplo, en regiones relacionadas con la memoria, la pérdida anual típica es de entre 0,2 y 0,3 por ciento.

Pero los pacientes que pasaron la COVID-19 y se sometieron a su segundo escáner cerebral unos cuatro meses y medio después de la infección, se vio que habían perdido más que los participantes no infectados.

- Concretamente entre un 0,2 % y un 2 % de pérdida adicional de materia gris en diferentes regiones del cerebro.

- También perdieron más volumen cerebral general.

- Y mostraron más daño tisular en ciertas áreas.

La COVID afecta al cerebro más de lo previsto por los investigadores

Para uno de los autores del estudio resulta sorprendente "tanto la cantidad que se perdió, como lo generalizado que ha estado este efecto. No me esperaba ver tanto cambio porcentual".

Y los datos son especialmente llamativos porque el estudio involucró principalmente a personas que, como la mayoría de los pacientes con COVID en la población general, solo se vieron levemente afectadas y no enfermaron lo suficiente como para necesitar hospitalización.

En los pacientes que habían estado graves encontraron datos bastante peores, pero no los han incluido en las conclusiones porque la muestra no fue suficientemente significativa. Sólo 15 necesitaron hospitalización.

¿Esta pérdida significa algo para la vida de los pacientes?

En una prueba cognitiva realizada a posteriori y relacionada con la atención y la eficiencia a la hora de realizar una tarea compleja, los investigadores encontraron un mayor declive en quienes habían pasado la COVID.

"¿Esto podría significar algo para la calidad de vida o la función del paciente? Realmente no lo sabemos", dicen los autores del estudio.

Porque las pruebas cognitivas empleadas no eran lo suficientemente exhaustivas como para extraer conclusiones precisas sobre si tenían déficits importantes.

Además, la mayor pérdida de materia gris se produjo en áreas relacionadas con el olfato, pero que también están involucradas con la memoria y otras funciones.

Y los pacientes que habían pasado la COVID no estuvieron peor en las pruebas de memoria, si bien quizás eran demasiado breves y básicas.

La prueba de la creación de senderos

La principal evaluación cognitiva en la que los que habían estado contagiados mostraron un déficit fue la prueba de creación de senderos .

Un ejercicio que consiste en conectar los puntos, que involucra letras y números alternados.

Y quienes habían pasado la enfermedad tardaron más en completar la tarea. Algo que podría sugerir debilidades en el enfoque, la velocidad de procesamiento y otras habilidades.

Pero el estudio no prueba una relación causa-efecto.

Además, los investigadores aseguran que los hallazgos no pueden extrapolarse a las muchas personas jóvenes que experimentan niebla mental posterior a la COVID, y otros problemas cognitivos.

Y dado que se midió en un momento concreto, tampoco saben si se trata solo de un cambio transitorio que mejora con el tiempo.

En cualquier caso, tanto los expertos externos como los autores del estudio mantienen que la variedad de áreas del cerebro donde los pacientes con COVID experimentan más pérdida de materia gris, plantea preguntas intrigantes.

La causa por la que COVID afecta al cerebro no está clara.

Los autores mencionaron teorías que incluyen la "inflamación", evidencia de la cual se ha tenido constancia en otros estudios , y la "privación sensorial" por alteración del sentido del olfato.

Consideran que otra "pregunta crítica" que habrá que hacerse es si los cambios cerebrales podrían influir en que esos pacientes sean más propensos a la demencia u otros déficits en el futuro.

En cualquier caso, es un estudio importante.

Y ahora hace falta investigar para analizar la cognición y los síntomas psiquiátricos y los aspectos conductuales y neurológicos con el fin de averiguar qué significa esto para pacientes.