La psoriasis es una patología dermatológica que probablemente conozcamos, y que hasta seamos capaces de identificar a través de las placas de escamas que surgen en codos, rodillas o cuero cabelludo.

Pero hay otra patología reumatológica menos conocida y que, en algunas ocasiones, está relacionada con la afección cutánea: la artritis psoriásica.

Se trata de una enfermedad de las articulaciones que se presenta en un alto porcentaje de pacientes que padecen psoriasis en la piel, según explica la Fundación Española de Reumatología.

En algunos casos la inflamación de las articulaciones surge antes que las lesiones cutáneas, aunque en otros casos no se produce ningún síntoma en la piel a pesar de sufrir la enfermedad articular.

Causas de la artritis psoriásica

La psoriasis afecta a un 2% de la población general y la artritis psoriásica aparece aproximadamente en un tercio de dichos pacientes, por lo tanto, tiene una prevalencia «nada desdeñable».

La gravedad, la localización corporal y la edad más temprana de inicio de la psoriasis podrían asociarse con el desarrollo de la artritis psoriásica. El estrés al que sometemos a nuestras articulaciones y los microtraumatismos repetitivos pueden desencadenar la respuesta inmune que provoca la artritis reumatoide.

Además, según el doctor José Antonio Pinto, miembro de la Sociedad Española de Reumatología, «otros factores como algunas infecciones, la obesidad, el alto contenido de grasas en la sangre (dislipemia), el hábito tabáquico o el consumo excesivo de alcohol podrían influir en la aparición de la artritis psoriásica».

Tiene gran variedad de síntomas

Uno de las dificultades para identificar la presencia de esta enfermedad es la gran variedad de síntomas con los que se puede presentar, y que hace que se confunda fácilmente con otras enfermedades de las articulaciones, sobre todo cuando no va acompañada de lesiones en la piel.

En general, un paciente aquejado de artritis psoriásica puede sufrir manifestaciones como dolor e inflamación en una o más articulaciones.

Las zonas más habituales en las que aparece el dolor son los dedos de las manos, en concreto en la articulación más cercana a la uña (interfalángica distal). Otras veces puede localizarse en las rodillas, los pies o las muñecas.

También es muy habitual que se hinchen los dedos de las manos o los pies, hasta el punto de darles un aspecto de «salchicha», según explican los expertos. Esta inflamación es tan aparatosa porque además de la artritis se produce también inflamación de los tendones y ligamentos vecinos a esta articulación.

También puede producir dolores difusos por todo el cuerpo, en lugar de causarlos en la articulación afectada.

Y aunque en la mayoría de los pacientes los síntomas predominan en las articulaciones de las extremidades, en algunos casos el dolor se localiza en la zona baja de la espalda y los glúteos.

Esto ocurre porque la inflamación propia de la artritis se sitúa en la columna vertebral o en las articulaciones entre el esternón y el inicio de las costillas.

La inflamación provocada por esta patología aparece de forma lenta, con dolor y con hinchazón progresiva de la articulación, lo que dificulta los movimientos.

Por último, las manchas secas y escamosas de color plateado o gris son también un signo de esta patología. Pueden aparecer en el cuero cabelludo, en los codos, en las rodillas o en el extremo inferior de la espina dorsal, en las manos y en los pies.

Pero también puede producir lesiones en las uñas de los dedos, que se reconocerían por la aparición de pequeñas hendiduras en su superficie, manchas o incluso provocando que se pierdan las uñas.

Tratamiento

A día de hoy los pacientes aquejados de artritis psoriásica son tratados con antiinflamatorios no esteroideos, corticosteroides, o los denominados fármacos modificadores de enfermedad.

En cualquier caso, para los especialistas de la Fundación Española de Reumatología, el objetivo del tratamiento debe ser «reducir el dolor articular y la inflamación, controlar las psoriasis de la piel y retrasar o prevenir el daño en las articulaciones».

Y variará en cada paciente según la intensidad y la extensión de las articulaciones inflamadas, así como también dependiendo de la gravedad de las lesiones cutáneas o de la aparición de otras manifestaciones causadas por la enfermedad.

Según datos del estudio de prevalencia de las enfermedades reumáticas en la población adulta española (EPISER 2016), sufre esta enfermedad un 0,58% de la población.