Siéntese, pongan la música ambiente y saquen una taza de tila cargadita. Enciendan el incienso relajante y respiren hondo. Ommm. ¡Ah! Y confíen en Pacheta. A muerte. Su palabra lo es todo. Y él ha dicho que salva al Huesca. Y lo salvará. Pero también repite hasta la saciedad que va a ser largo y que hasta la última jornada no se me precipiten. Que la tormenta de ayer será sol mañana. Y hoy brilla en lo alto del Alcoraz.

Porque si pensaban que el empate era bueno, lo firmaban casi en el descuento, que se recortaba un poquito con los otros, pues nada. No se fíen. Ya vieron ese zapatazo de Sandro al bulto, al bulto de cabezas, de Mir adelantado, de Elustondo peinando sin quererlo y de Remiro mareado con tanto meneo. Porque de esa falta escorada con el partido en su entierro, tras una actuación recuperada, de nueva fe antigua, de más piernas y pretensiones, el Huesca sacó oro, que no es otra cosa que tres puntos que le enganchan con el Valladolid, a la espera de que se mida al Betis, y al Elche y le ponen a uno del Alavés. Y quedan cuatro. Un infinito. Pero confíen en Pacheta.

Porque el entrenador también dice que está perdiendo horas de sueño. Y en ellas obtuvo sus respuestas. O la respuesta. No es tonto. Recibió los análisis y en la reflexión se acordó del Juego de la Oca. Volver a la casilla de salida. Y más allá de la victoria vital, del gol del corazón de Sandro, con eso hay que quedarse. Eso lo importante. 

Porque el Huesca ante la Real fue otro anterior, el que parió Pacheta en la desesperación del colista hundido, una versión mejor, insuflado de confianza y de balón, menos especulativo y más valiente. En definitiva, que fue a por la victoria. y por eso la consiguió. Tarde, pero merecida y tremenda. 

Y en esta reflexión se sacó el álbum de cromos de hace semanas. En esa alineación, si lo recuerdan, Siovas era el capitán general de la defensa, Maffeo equilibraba el alargue de ambos carrileros, Seoane venía jugando de cinco, Mikel Rico cosía en el enlace y Álvaro era el guardamenta de los reflejos refinados. La baja de última hora, por una gastroenteritis, de Insua añadía a la pequeña revolución del 1 de mayo al eslovaco Vavro. 

Músculo

Pero el esqueleto se movía con el músculo. Y la esencia fue la velocidad, la de la cabeza y la de las piernas, combinadas, para generar enlaces de pases, progresiones con balón, con un resurgido Galán o hasta incorporaciones asombrosas de Siovas al ataque.

Y mira que el primer susto vino a los 27 segundos y fue de la Real, un disparo a bote pronto de Guevara que repelió Álvaro. Pero el resto fue dominio local, presionando y activo. Las dos primeras fueron de Sandro, La siguiente de Ferreiro en una diagonal que frustró Le Normand en el suelo. 

El Huesca carburaba, superaba en los duelos y en la posesión a un equipo que se está jugando la clasificación europea. Peligrosísimo, pese a que ni Oyarzabal, Janujaz ni Portu aparecían. Si Isak, ese chaval de 21 años con pinta de superfigura, que comprobó los reflejos de Álvaro. Y poco más. 

Faltó lo básico. El gol. Mir viraba a la derecha y hasta el minuto 38 no tuvo la primera, un uno contra uno en el que pudo progresar más y su lazamiento fue timorato ante un Remiro achicando. 

La dinámica continuó al descanso. Una doble ocasión de Mir, con un cabezazo y un tiro a bocajarro que paró Remiro de forma milagrosa, aunque había fuera de juego anterior de Ferreiro. Hasta ahí llegó la gasolina.

Porque poco a poco fue despertando la Real Sociedad. Los cambios le vinieron mejor. Entró Barrenetxea y luego Silva mejorando la circulación, Portu cambió de banda y el Huesca cedió el control de forma definitiva. No los nervios, pese a la reclamación de un penalti de Pulido. Con Álvaro seguro, sin errores, el supuesto dominio no era doloroso y alguna bala quedaría. Pacheta rotó y sacó a las piernas más castigadas. Porque esa bala vendría a la carrera. Lo sabía. Como la última de Siovas, las de Sandro, Mir o Galán para forzar esa falta escorada que fue gol entre un enjambre de cabezas y un disparo del alma. Y porque luego Álvaro puso otra mano y Mosquera la despejó. Porque hasta el final se sufrirá. Lo dice Pacheta. Confíen en él. 

FICHA TÉCNICA

Huesca: Álvaro; Vavro, Pulido, Siovas (Gastón Silva (min. 90); Maffeo )Pedro López, min. 75), Ferrero (Sergio Gómez. min. 69), Seoane, Mikel Rico (Mosquera, min. 75), Galán; Sandro (Doumbia, min. 90) y Rafa Mir.

Real Sociedad: Remiro; Gorosabel (Zaldua, min. 65), Le Normand, Aritz Elustondo, Monreal; Guevara, Zubimendi; Oyarzabal (Silva, min. 58), Portu, Januzaj (Barrenetxea, min. 58); Isak (Bautista, min. 81).

Gol: 1-0, min. 87, Sandro.

Árbitro: Mateu Lahoz (comité valenciano). Tarjetas amarillas a los locales Seoane y Pulido y a los visitantes Gorosabel y Zaldua.

Incidencias: Partido disputado en El Alcoraz sin púbico en las gradas.