En una tarde de nervios y tensión, de esperanza y decepción, desesperada, de las de toda la vida, de las de fútbol antiguo, el de verdad, el que mola, de vuelco del corazón, de locura, de mil vueltas, sale el Huesca como entró, dependiendo de sí mismo y jugándosela, como tanto y tanto ha repetido Pacheta, en la última jornada contra el Valencia. Ganando el domingo estará en Primera. Algo inimaginable hace meses. A tres puntos del milagro de Don José Rojo.

Antes de saberse esta noticia se fueron sucediendo mil dramas y lo que parecía una historia con final feliz. Durante casi una hora su empate a nada con el Betis le otorgaba un año más entre los mejores. Las derrotas parciales de Valladolid, Elche y Eibar firmaban el objetivo antes de tiempo. No habían pasado muchas cosas en el Benito Villamarín y fuera, por contra, ocurrían todas las que se necesitaban. La ecuación cuadraba y la inoperancia del Betis, que se estaba jugando un puesto en la Europa League sin parecerlo, animaba al optimismo. Al llegar al descanso el Huesca estaba salvado. 45 minutos después no lo está, aunque sigue teniendo su existencia en su mano. Esencial.

Pero ocurrió algo. Ese algo fue un penalti. Discutido. Polémico. Pitado por el VAR. Un despeje de Gastón Silva que impacta donde no quería, en Borja Iglesias, el mismo que lo tranformó y se puso una careta de Panda en la celebración. Era el minuto 56 y ya se estaba torciendo la tarde. El Elche había empatado en el Cádiz y comenzaba la remontada (1-3) que le convierte en el adversario más peligroso por la definición de las dos plazas en Primera que queda por repartir. El equipo de Pacheta y el exequipo de Pacheta llegan empatados al último baile (33 puntos). El Valladolid, goleado por la Real Sociedad (4-1), sin mucha suerte, está dos por debajo (31) y tiene mínimas opciones. El Eibar descendió en Valencia (1-4). Cualquier empate en la tabla final, incluido el triple, beneficia al Huesca por el ‘goalverage’ adquirido.

Protestones

La incertidumbre de la pena máxima descolocó al Huesca, que no supo reaccionar y se fue consumiendo en la ansiedad, protestando al árbitro todo, quizá pensando en la polémica de la decisión del VAR, en que no era ecuánime o que se le iba la permanencia que le entregaban otros en bandeja. Es verdad que el asturiano González Fuertes sacó cinco amarillas a los oscenses y expulsó, de forma merecida, a Escriche por una dura entrada a destiempo. Se perderá la final ante el Valencia, como Javi Galán, que recibió la quinta, y veremos Vavro, con un pinchazo muscular, y Siovas, con un golpe en la cabeza, que le dejó fuera en la recta final.

Pero también es verdad que el Huesca casi no generó oportunidades, ni al final cuando se fue con todo a por el triunfo y casi sale malparado si Álvaro, colosal, y Pedro López no cortan dos unos contra unos cantados.

Y eso que todo comenzó como había predicho Pacheta, a disputarle la pelota al Betis. Los primeros acercamientos fueron oscenses, sin peligro. La lesión de Vavro, en el minuto 7, desconfiguró la defensa, pasando Siovas a la derecha y Silva a la izquierda.

Aquí terminó la intención del Huesca. Fue el Betis adueñándose de la redonda sin asustar, como si a ambos les valiera ese empate del descanso. Hasta que llegó el penalti y la remontada del Elche, la desesperación. No pasa nada. Ganando al Valencia el Huesca seguirá siendo de Primera. Sin más.