Pasar página y recuperar la categoría perdida lo antes posible. No son prisas, es el signo de un proyecto de élite que el Huesca ha consolidado desde que hace justo trece años celebraba feliz el ascenso a una categoría a la que ahora vuelve con rabia. Mejor mirar las cosas desde la perspectiva para endulzar la mirada.

Confirmada la continuidad de Rubén García, que este miércoles comparece públicamente, como director deportivo, la siguiente incógnita ya está despejada. Pacheta no continuará. Habrá que construir un proyecto con muchos contratos en vigor, hasta 16, pero no todos asegurados.

Como pasó hace dos temporadas con Moi Gómez, Miramón, Chimy Ávila, Cucho o Melero, el Huesca ha sido un buen escaparate para jugadores que tienen todos los números para continuar sus carreras en Primera. Los 13 goles de Rafa Mir, del que se posee el 25% del pase, y el altísimo rendimiento mostrado por Javi Galán o Álvaro Fernández son los casos más claros de presumibles salidas. Seoane, Sandro o Siovas son hombres con buen cartel y/o salario pesado que dejarían dinero en las arcas del Huesca de producirse un traspaso. 

Con la caja que se haga con estas ventas más el fondo de compensación, Rubén García deberá fichar para conformar un esqueleto en el que ya tiene huesos fuertes como Jorge Pulido, Mikel Rico o David Ferreiro, los veteranísimos. En este bloque encajan otras piezas con contrato como Andrés Fernández, Escriche y el lesionado Pablo Insua, el regreso de cedidos como Nwakali o Joaquín Muñoz, con valor en plata. Se une aquí la duda con Borja García (firmó hasta 2023) y Pedro Mosquera, liberado de su unión pero que podría interesar pese a perder peso táctico tras su lesión en febrero.

Continuidad y análisis

Precisamente el acierto con las incorporaciones no ha sido un fuerte esta temporada. El Huesca ha terminado con una plantilla muy corta porque así lo ha decretado la confianza de Pacheta o el club. Estrellas en verano dejaron de brillar siendo casi invisibles. Borja García (15 minutos con Pacheta) y Ontiveros (160), cedido por el Villarreal, han pasado de importantes con Míchel a prescindibles con el burgalés. Otros futbolistas a préstamos no triunfaron como el marfileño Doumbia (770 minutos totales), siempre residual, y Vavro, la única incorporación invernal y lastrado por la baja forma con la que vino y las lesiones musculares de después. Sergio Gómez ha desempeñado su papel de primer recambio sin asentarse en el once.

Siovas y Sandro han sido los únicos titulares de los nuevos, con Andrés Fernández y Gastón Silva entrando en la rotación con intermitencia y rendimiento irregular. A esto se suma que otros héroes del ascenso han caído en el ostracismo, total e institucional sobre Eugeni (114 minutos), o progresivo en Luisinho (178), Juan Carlos Real (282) y Okazaki (87 desde marzo), anulados con Pacheta. Ninguno de estos cuatro seguirá en el siguiente curso deportivo.

Porque el verdadero fichaje revulsivo fue Pacheta. 22 puntos en 20 partidos por los 12 en 18 que había obrado Míchel, que mereció una continuidad por materializar la misma misión que ahora se persigue: subir a la primera.

El entrenador revitalizó y recortó a una plantilla con carencia natural de gol (34, tercer peor ataque del campeonato) y que ha fallado en demasiadas fechas marcadas en el calendario. No solo ante el Valencia en la última jornada. Tampoco logró atrapar su ocasión la semana anterior en Sevilla ante el Betis, ni en Cádiz, pero más dolorosa fue la derrota en Mendizorroza que resucitó a un Alavés mal herido y frenó la escapada que parecía buena después de otro tropezón clave en el Alcoraz ante un Getafe tambaleante. El doble empate ante el colista Eibar, u otro frente al Valladolid o el Elche, tres de estos en la etapa Míchel, han sido un mal negocio para su desenlace fatal.