Un año y pico después recordó el Huesca lo difícil que es ser visitante en Segunda. Y más, para los azulgranas. Rememoró que, pese a que en el 2020 logró el ascenso a Primera, sufrió mucho a domicilio, su gran talón de Aquiles, su tormento constante. Un mal del que tendrá que desquitarse. Los oscenses, después de dos grandes partidos en casa, se apagaron a domicilio ante un Las Palmas que a base de verticalidad e intensidad borró del mapa a los altoaragoneses de un plumazo y, pese a que hubo solo un gol de diferencia, la derrota pudo ser mayor. Demasiada sensación de incomodidad y primera derrota del curso (2-1).

No supo el Huesca cómo contrarrestar a Las Palmas en la primera mitad y se achantó ante un equipo canario que salió a morder, sin complejos y que en escasamente un cuarto de hora dejó el duelo cerca del visto para sentencia. A los dos minutos Jesé le pegó con la pierna de apoyo estando solo en el centro del área y, en la siguiente jugada, Mikel Rico se durmió en el área, despejó la pierna del propio Jesé en vez del balón y el colegiado señaló penalti. Síntoma claro de falta de tensión. No falló el punta canario.

El conjunto de Ambriz entonces comenzó a mover el balón, pero sin ir más allá, sin velocidad ni llegar con claridad al área rival. Solo algún destello de Ferreiro o la zurda de Marc Mateu podían darle la vuelta a la tortilla, pero ni por esas. En cambio, Las Palmas encontró un filón de oro en los huecos dejados por los ofensivos laterales azulgranas. Así llegó el segundo tanto, tras una cabalgada de Peñaranda que dejó atrás a un lento Buffarini. El venezolano vio en la derecha a Pejiño, totalmente solo con Marc Mateu fuera de posición, y el mano a mano lo definió al palo corto ante Andrés.

Lo peor del 2-0 fue la sensación de merecimiento del conjunto insular, que en dos acciones de intensidad, garra y de querer ganar dejó el duelo enfilado. Desde entonces más de lo mismo, con un Huesca no atascado pero sí espeso, con una defensa altísima que casi le costó otro susto y sufriendo en las contras locales. En el lado de Raúl Fernández solo Escriche disparó tras una aventura en solitario, pero fuera. Justo antes, Andrés tuvo que palmear un latigazo de Pejiño. El Huesca estaba atontado todavía.

La segunda parte fue un correcalles. El Huesca se fue lanzando hacia arriba y Las Palmas encontró con facilidad las contras ante la cantidad de huecos en la zona defensiva del Huesca. Y más cuando la gasolina entró en la reserva. Jesé chutó cruzado ante Pulido, Pejiño se equivocó en una contra tres para dos y el propio Jesé le robó el balón a Buffarini, pero Andrés salvó la acción. Entre medias, solo un centro de Ratiu desviado por la defensa logró ponerle algo de pimienta al duelo.

Los azulgranas fueron a cara o cruz, a enfermería o puerta grande, y tuvieron sus opciones de meterse de lleno en el partido con un balón enganchado por Seoane que obligó a estirarse a Raúl y un paradón tremendo del meta a un cabezazo de Escriche en el primer palo. Y de un lado, al otro. Peñaranda, en otra contra, perdonó al Huesca al regalarle mal el gol a Sadiku y Andrés volvió a evitar a 40 metros del área el tanto de Sadiku en una salida arriesgadísima. En la última jugada, un centro al segundo palo lo anotó Florian Miguel, pero llegó demasiado tarde.