Se acabó el poner el nombre del papá o de aquella tía rica. Los famosos parecen estar inmersos en la frenética moda de imponer a sus criaturas nombres poco habituales. Mientras el público muestra su admiración poniendo a sus retoños Kevin o Pamela, los hijos de las estrellas han pasado a llamarse Dakota Mayi Johnson, Zola Ivy Murphy, Lily Rose Melody Depp o Moses Amadeus Farrow. La tendencia esnob no merma. Incluso en España, Jorge Sanz ha apuntado que su hijo se llamará Merlín. Encantador y tan mítico como los Zeus y Thais de Sara Montiel.

El origen de esta moda se remonta a David Bowie, que llamó a su heredero Zowie, y a Frank Zappa, que puso a sus descendientes Moon Unit, Dweezil y Ahmet Emuukha Rodan. Pero lo que fue una extravagancia se ha transformado en un boom . Hay tendencias geográficas. Quincy Jones y Nastassja Kinski han llamado a su niña Kenya Julia Miambi Sarah. Bono ha puesto a la suya Memphis Eve. Alec Baldwin y Kim Basinger se perpetúan en Ireland Eliesse. Pierce Brosnan tiene a Paris Beckett y los Beckham, a Brooklyn Joseph.

Algunos niños reflejan el amor a la naturaleza, como Iris y Willow Camille Reign, hijas de Jude Law y Will Smith, respectivamente. Otros llevan nombres de personajes admirados por sus padres, con resultados como Scarlet Rose Stallone o Romeo Beckham. Hay quien se rinde homenaje a sí mismo: Paris Michael Jackson y Prince Michael Jackson I y II. Incluso la afición por volar de John Travolta ha hecho que ponga a uno de sus hijos Jett. En ocasiones, el resultado es de culebrón , como la Lourdes María de Madonna o la Stella del Carmen de Banderas y Griffith. Pero no siempre se logra la originalidad esperada. Así, hay otros 1.400 Dakota en EEUU y 300 Brooklyn en Inglaterra.