La oveja más famosa del mundo, la celebérrima Dolly, fue sacrificada ayer por sus creadores porque sufría una enfermedad pulmonar típica de animales adultos de carácter irreversible. La oveja clónica, nacida el 5 de julio de 1996, se va de este mundo con sólo seis años, bastantes menos que los 12 que suele vivir una oveja de su raza. Una autopsia intentará determinar ahora si la causa de la muerte está relacionada con el hecho de ser un clon, aunque lo que está claro es que su salud se había deteriorado de forma prematura.

Dolly, de cuya existencia no se supo hasta 1997, fue el primer mamí- fero nacido a partir de una célula de un ejemplar adulto. El anuncio del nacimiento, en el Instituto Roslin de Edimburgo, fue en su momento una revolución científica y también un terremoto social por el riesgo de que el experimento se pudiera repetir en humanos. La secta de los raelianos aseguró recientemente que tres niños clónicos habían nacido empleando la misma técnica.

PERFECTA POR FUERA De apariencia exterior absolutamente normal, la oveja tenía una anomalía cromosómica no detectada en el momento del nacimiento y sufría una artritis prematura. Pese a ello, Ian Wilmut, jefe del equipo que creó a Dolly, declaró ayer que lo más probable es que en la muerte no haya influido su naturaleza clónica: "Lo más probable es una infección para la que no existe tratamiento efectivo. Tristemente, les ha ocurrido a algunas ovejas de la granja".

La decisión de acabar con Dolly fue tomada tras un examen veterinario que mostró que sufría una enfermedad irreversible, según anunció el Roslin en un comunicado. No precisó cuál. "Sufría una enfermedad incurable muy corriente en ovejas mayores", explicó Harry Griffin, portavoz del instituto escocés. Dolly llevaba tosiendo una semana.

"La autopsia mostrará si la enfermedad fue debida a la clonación o ha sido sólo cuestión de mala suerte", añadió Wilmut. Este detalle es esencial porque no es lo mismo un error o un bajo porcentaje de éxitos en la tecnología empleada, que un problema esencial en el hecho de clonar (por ejemplo, que todos los clones tengan la edad del donante y envejezcan prematuramente).

La primera vez que se habló de ancianidad prematura de Dolly fue en un análisis de 1999 que detectó que el desgaste de uno de sus cromosomas era el típico de una oveja de nueve años, y no de tres. Entonces se especuló con que la edad real de Dolly fuera la de la oveja que cedió una célula para la clonación, es decir, nueve años. Aún se investiga.