Manolo Escobar, recuperado de una operación a corazón abierto, se presentó ante la prensa con la cara lavada, el tupé recién peinado y acompañado por su hija, Vanessa. Y confesó: "Estoy deseando volver a pegar voces". El corazón le dio un susto el verano pasado, cuando decidió funcionar al 13% de su capacidad mientras navegaba a bordo de un crucero por la costa italiana. La elección fue operarse rápidamente o conformarse con un año más de vida. El 15 de noviembre la sangre volvió a avanzar sin obstáculos por la válvula aórtica, lo que permitió a su dueño "empezar a correr". "Antes no podía", explicó.

CARIÑO DEL PUBLICO El cantante, que siempre se ha sabido querido, ha podido "palpar" ese cariño durante la recuperación. Su pecho también resiste ahora los manotazos sobre la cicatriz, aunque la prudencia le recomienda esperar a una revisión antes de reaparecer en los escenarios en abril.

"Anita, mi mujer, lo ha pasado mal y ha estado siempre a mi vera", explicó Escobar , quien no se cortó para decir: "Los médicos lo prohíben todo". Sin embargo matizó que su actividad amorosa, pasados los primeros días, "va bien, pero tranquila". El sinvivir de su esposa no ha sido suficiente como para convencer a Escobar de que se apee de las tablas: "A Ana le gustaría que lo dejara del todo, pero yo no quiero. Sabe que sin mi trabajo, y sin ella, soy hombre muerto".

El ritmo de sus canciones --relanza un disco que salió el año pasado y que retiró del mercado porque no lo pudo promocionar-- será el mismo, pero su agenda disfrutará de huecos. A pesar de todo es enemigo de la inactividad: "En casa eres como una sombra sospechosa. Estorbas cuando limpian". Contó, con gran expresividad, que se le pone "cara de kilómetro" cuando le falta la carretera y que, conjurada la adversidad, es "el mismo de siempre".