Hasta el mismo director del parque ferial Ifema, Fermín Lucas, dio la enhorabuena al joven diseñador tras su rotundo éxito en la presente edición de Cibeles. Lejos ha quedado el día en el que Lucas calificó la moda de Delfín de "lamentable e irreverente".

El máximo responsable de Ifema soltó esos dos improperios el pasado septiembre tras ser testigo de un desfile en el que las modelos pasearon ataviadas con burkas, vendajes, sogas y crucifijos. Ayer, el salón registró un lleno total, un bien escaso en Cibeles.

El diseñador puso sobre la pasarela señoritas Rotenmeyer, vestidas con faldas a la rodilla y camisas de doble manga. Luego, aparecieron en escenas modelos vestidas de negro, pintadas de muerte y con la cabeza tapada por medias.

Se vio de todo, incluidos los pechos de una maniquí que casi pierde por el camino un minitop de tiras brillantes y una mujer que lució una corona mortuoria. Delfín utilizó una imagen surrealista usada por Dalí para exhibir una modelo con la cara tapada por un amasijo de tiras de tul. Sus acertadas creaciones consiguieron lo que casi ningún diseñador: aplausos y vítores constantes de un público que se levantó para rendir homenaje.

A rebufo del caso Delfín, el diseñador Tolo Crespi también buscó un golpe de efecto y puso sobre la pasarela a una modelo desnuda y pintada --como si estuviera despellejada-- con la anatomía del cuerpo humano. Su colección puso el broche a la pasarela.