La sonda norteamericana Galileo pondrá fin a su existencia hoy, a las 21.49 horas, al precipitarse a 48 kilómetros por segundo sobre la atmósfera de Júpiter, el planeta al que ha consagrado sus fructíferos 14 años de trabajo. La NASA ha decidido sacrificar la nave, una de las más exitosas de la historia, para evitar que acabe cayendo sobre alguna de las lunas jovianas, especialmente Europa, y la contamine con bacterias terrestres. Con esta opción, la agencia espacial se asegura la desintegración total.

Todas las sondas actuales son desinfectadas antes de partir, pero esa precaución no se tomó cuando Galileo se puso en órbita, en 1989, y ahora la NASA teme que algún microorganismo haya sobrevivido al viaje. Es poco probable, aunque la NASA comenta el caso de supuestas bacterias en los depósitos que el plutonio calienta durante la propulsión. Cuando Galileo se quede sin combustible --algo inminente-- será imposible enfocar la antena de comunicación y dirigir el rumbo de la nave.

En la decisión también ha influido que parte del instrumental ya está muy dañado por la radiación, sobre todo la cámara principal y el sistema de almacenamiento de datos, hoy realmente primitivo. Por este motivo, el centro de control en Pasadena recibirá infinidad de datos hasta siete minutos antes de la destrucción, que confía sirvan para profundizar en el conocimiento del planeta, pero no obtendrá ni una foto.

4.600 MILLONES DE KILOMETROS Galileo , que pesa 2.400 kilos y mide nueve metros de largo, fue lanzado en 1989 a bordo del transbordador Atlantis . Durante su largo viaje, que intentaba aprovechar el impulso de las órbitas planetarias, la sonda pasó cerca de Venus (1990) y de los asteroides Gaspra (1991) e Ida (1993), y llegó a las proximidades de Júpiter en 1995. En total, ha recorrido la friolera de 4.600 millones de kilómetros y ha enviado unas 16.000 fotos.

Entre sus logros más destacados figura el descubrimiento de supuestos océanos subterráneos en las lunas Europa, Ganímedes y Calisto, así como actividad volcánica sobre Io. También fue testigo de la espectacular colisión sobre Júpiter del cometa Shoemaker-Levy, en 1994.

Sin embargo, los datos sobre Europa han sido los más espectaculares, pues muchos análisis apuntan a que esos mares subterráneos están formados total o parcialmente de agua líquida, lo que permite soñar con la presencia de vida. "Desintegraremos Galileo para estar seguros de no contaminar esa fuente potencial de vida", dice Colleen Hartman, directora de la división de exploración del sistema solar de la NASA.

NUEVA MISION La NASA planea otra misión para estudiar las tres grandes lunas heladas: Ganímedes, Calisto y Europa. Su nombre provisional es Júpiter Icy Moons Orbiter. Junto a Marte y Titán (una luna de Saturno), Europa reúne las mejores condiciones del sistema para acoger vida.