En la mayoría de las grandes ciudades europeas el fenómeno okupa ya no es equivalente al desalojo. En Amsterdam, Berlín y Londres, con una gran tradición del movimiento que desde los años 70 se ha apoderado de inmuebles en estado de abandono, existen ya cientos de edificios en manos de okupas que han sido legalizados. Algunos de estos inmuebles han sido adquiridos por los propios okupas, pero en la mayoría de los casos estos han llegado a acuerdos con la Administración o con el propietario para pagar un alquiler, incluyendo otros servicios como luz, gas, agua y comunicaciones.

Desalojar o legalizar. Esta es la opción que los ayuntamientos de las grandes urbes estudian en cada caso desde hace ya unos 20 años. Sobre todo las casas ocupadas con más solera suelen recibir finalmente una oferta de pacto para legalizarse y convertirse en centros sociales, teatros, bares y edificios de viviendas, aunque antes tienen que cumplir la normativa referente a seguridad, sanidad y habitabilidad, entre otras.

RAZONES VARIAS Las razones para la legalización son varias. En unos casos, los propietarios desisten de recuperar la propiedad que ellos mismos dejaron durante años en estado de abandono y se conforman con venderla, normalmente al propio ayuntamiento, que la vuelve a alquilar a los okupas. En otros casos es la Administración local la que, a la vista de la importancia que han cobrado algunos inmuebles de okupas como centros cívicos, sociales o artísticos --muchos de ellos naves industriales que estaban en desuso-- retira su intención de derribarlos y pacta el uso y los precios con los okupas.

También hay argumentos más políticos. En Londres, Amsterdam y Berlín se optó, sobre todo en los años 80, por la política del palo y la zanahoria. Los ayuntamientos compraban fincas ocupadas para legalizarlas y ofrecérselas a los okupas que ahí residían, mientras aplicaban una mano más dura hacia grupos que se consideraban radicales. Uno de los objetivos era dividir el movimiento okupa en general.

RENTAS BAJAS En Amsterdam, donde en los años 60 nació el fenómeno, se calcula que hay unos 300 inmuebles que fueron ocupados y que ahora están legalizados. En el resto de Holanda hay un mínimo de 150 viviendas o fincas más cuya situación ha sido regularizada. Una de las ventajas de dichos centros legalizados es que los precios de alquiler, tanto para pisos como para talleres de artistas, son muy baratos.

Berlín es una de las ciudades donde más viviendas de okupas se han legalizado en las últimas décadas. La ciudad vivió un auge de ocupaciones poco después de la caída del muro, cuando la policía de la antigua RDA dejó de existir y la zona este de Berlín se convirtió durante un tiempo en una tierra sin apenas ley. En Londres, un reciente estudio calculaba en 30.000 el número de okupas, aunque la palabra en inglés, squatter, incluye a familias que se instalan en viviendas abandonadas. Estas no reivindican su acción, sino que prefieren pasar inadvertidas para que nadie les eche de su piso.