Se conocieron por internet: estaban hartos de sus respectivos matrimonios y se dedicaron a intercambiar mensajes, a seducir. Él la llamaba Azúcar; él era el Príncipe de la Satisfacción. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? No se sabe. Lo cierto es que un día decidieron verse las caras, conocerse. La relación era seria y tenían que dar el siguiente paso. Así que se citaron. Se arreglaron para el encuentro y se presentaron en el lugar convenido. Y ahí llegó el horror: ella era su mujer; él era su esposo.

La historia tuvo lugar en Zenica, una ciudad de la región central de Bosnia, y la hizo pública ayer el semanario serbio Zabavnik. ¿Qué ocurrió cuando Azúcar y el Príncipe de la Satisfacción se dieron cuenta de que la persona con la que habían estado flirteando en la red era la misma con la que dormían todas las noches? ¿La persona con la que ya no podían convivir? Se divorciaron. En casa discutían, pero en internet eran idílicos. Puede ser incluso que en la vida real se detestaran, pero ante el periodista del Zabavnik declararon que no podían imaginarse la vida sin los mensajes del otro. Los dos se acusaron de infidelidad.

El periodista de Zabavnik remató su artículo preguntándose por qué una pareja puede llevarse bien por internet y mal "sin el ordenador". El reportero debería saber que no se trataba de la misma pareja.