Christopher Paul Neil, alias Vico, hasta ayer el presunto pederasta más buscado del mundo, llegó a una comisaría de Bangkok con el rostro cubierto por un polo azul, pero la policía tailandesa tenía otros planes para él. Quería exhibir a su presa recién cazada, mostrarla como un trofeo, que todo el mundo supiera que el país del Sureste Asiático se tomaba en serio la lucha contra la pedofilia. Así que los agentes, durante una operación mediática que recordaba a otros famosos arrestos publicitados al milímetro --como el del líder de Sendero Luminoso, el peruano Abimael Guzmán, en 1992-- le quitaron a Neil el polo de su cabeza para que se viera a este hombre acusado de abusar, como mínimo, de 15 menores varones. Tres años de búsqueda habían concluido.

No era la primera vez que el sospechoso trataba de ocultar sus facciones. Neil, un profesor de idiomas de 32 años nacido en Canadá, acostumbraba a vanagloriarse de sus abusos sexuales en internet, donde colgó más de 200 fotos en las que aparecía en pleno acto junto a los niños. El sospechoso había alterado digitalmente su cara hasta hacerla irreconocible, pensando que nadie daría con él. Error. La policía alemana, quien descubrió las imágenes, desentrañó la vorágine de píxeles y, 10 días atrás, la Interpol, por primera vez en su historia, apeló a la colaboración ciudadana. Se recibieron más de 350 llamadas. Cinco de ellas fueron útiles.

LA PISTA DEL TRAVESTI Durante una multitudinaria rueda de prensa en la que Neil --esposado, mudo, con gafas de sol y barba de varios días-- apareció delante de decenas de agentes uniformados, el coronel Paisal Luesomboon explicó que fue "un travesti" quien les llevó hasta él. La policía tailandesa captó una llamada telefónica de un hombre, el travesti, de quien se sabía que estaba relacionado con el sospechoso. Tras ser localizado, el amigo de Neil dijo a los agentes que el presunto pederasta más buscado se encontraba en Nakhon Ratchasima, una poco visitada provincia del noroeste del país.

Cinco policías se desplazaron ayer hasta la vivienda, en la que el sospechoso vivía desde que el pasado 11 de octubre tras saber que su cara había aparecido por todas partes, subió a un avión en Corea del Sur, donde impartía clases en un instituto, y llegó a Bangkok. Los agentes le preguntaron si era el canadiense Christopher Paul Neil y contestó que sí, pero negó que fuera la misma persona acusada de pagar a menores --algunos de seis años de edad-- para que le practicaran sexo oral.

Nada dijo, en cambio, en la comparecencia ante los medios, pero tampoco hacía falta. Se trataba de que estuviera ahí, a cara descubierta ante las cámaras, mientras los agentes decían: "El mensaje de la policía tailandesa y de la Interpol a los pedófilos es muy claro: moveremos montañas para cazaros".