Son la gente invisible, inmigrantes sin papeles que cruzan la frontera de México y se quedan en el sur de California, trabajando como mano de obra barata en plantaciones entre casas de millones de dólares. Y su invisibilidad ha sido más obvia desde el domingo, cuando empezaron algunos de los 23 incendios que han asolado la franja desde la frontera de Estados Unidos con México hasta el norte de Los Ángeles.

La ferocidad del fuego empezó a remitir el miércoles, cuando amainaron los vientos de Santa Ana y los bomberos pudieron empezar a tomar el control de la situación. El presidente de EEUU, George Bush, fue testigo de esa lucha aún abierta y de la devastación en una visita, ayer, a la zona. Y los invisibles siguieron entre las víctimas más vulnerables.

Al menos 20 que cruzaban la frontera en el ya de por sí peligroso viaje de cuatro días por el desierto han sido rescatados en el fuego de Harris, al este de San Diego, y hospitalizados con quemaduras o por inhalación de humo.

INCENDIOS INVOLUNTARIOS "Cada día encontramos cuatro o cinco saliendo de entre matorrales en llamas", explica en una visita al incendio Andy Menshek, un bombero que cree que algunos inmigrantes pueden estar involuntariamente tras algunos fuegos: "Por la noche, la temperatura baja mucho en el desierto. Están acostumbrado a hacer fuegos para calentarse, no los apagan del todo y Santa Ana reenciende las cenizas".

Los que hace ya tiempo que cruzaron la frontera han decidido en su mayoría no buscar refugio oficial. Tienen miedo a ser deportados. Y su temor aumenta aún más cuando se extienden rumores por la detención de un grupo de inmigrantes sin papeles en el estadio Qualcomm.

La versión oficial es que confesaron haber sido pagados para robar materiales donados, pero la desmiente Andrea Guerrero, presidenta del Consorcio de Derechos de Inmigrantes. Testigos del estadio afirman que fueron señalados como indocumentados por otros evacuados.

El miedo y la inseguridad son habituales entre los temporeros, pero también lo es la necesidad. Pese a que el fuego ha llegado muy cerca de los campos donde trabajan por 5,2 euros a la hora, casi todos han seguido recogiendo el tomate. Son quienes sostienen la agricultura, la mayor industria de California, donde los indocumentados representan el 75% de la mano de obra.