El pasado viernes, tan pronto como tomó el control político de la crisis ferroviaria, José Luis Rodríguez Zapatero organizó una cumbre de emergencia en el palacio de la Moncloa para acelerar la recuperación del servicio de Cercanías de Renfe con plenas garantías de seguridad y reactivar las obras del túnel del AVE, paralizadas por la avalancha de socavones. Asumiendo funciones propias de la titular de Fomento, Magdalena Álvarez, el presidente convocó a la propia cúpula del ministerio, a la del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) y a representantes de las adjudicatarias del AVE, según informaron fuentes oficiales.

No es habitual que la planificación de unas obras se discuta en la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno, y no en la de Fomento. Pero es que tampoco es frecuente que la ejecución de una infraestructura, por compleja que esta sea, derive en una crisis de confianza que salpique directamente al presidente.

De ahí que, tras eximir a Álvarez de rendir cuentas en el Senado --en su lugar tuvo que hacerlo Joan Clos-- y de asumir personalmente la comparecencia del próximo miércoles en el Congreso, Zapatero auspiciara el viernes un encuentro que no hacía sino confirmar lo adelantado ayer por este diario: la relegación de la titular de Fomento, a la que el presidente mantiene en el cargo pero bajo una estricta tutela para evitar, a poco más de cuatro meses de las elecciones, nuevos errores en la gestión de la crisis ferroviaria.

LA INCÓGNITA Lógicamente, acudió la ministra, además del secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, y el presidente de Adif, Antonio González, responsable de la construcción del AVE. También fueron a la Moncloa, según las fuentes consultadas, representantes de al menos dos constructoras especializadas en la alta velocidad: Sacyr Vallehermoso y ACS. Nadie confirma si OHL, adjudicataria del túnel horadado por los socavones, fue requerida por la Presidencia del Gobierno.

De hecho, además de planificar el restablecimiento de Cercanías y debatir la posible llegada de los trenes de alta velocidad a la estación de El Prat, una de las decisiones tomadas el viernes en la Moncloa fue desplazar de este conflictivo proyecto a OHL, a la que Fomento ha culpado primero de los retrasos y después de los derrumbes del túnel.

ESCOLLOS JURÍDICOS Zapatero apostaba en primera instancia por rescindir el contrato, pero los escollos jurídicos surgidos por la negativa de OHL le han aconsejado revisarlo a la baja, excluyendo a la constructora de las tareas más delicadas. Como, por ejemplo, la impermeabilización de los muros subterráneos de contención, cuyas brechas han provocado diferentes socavones.

Las primeras noticias sobre el apartamiento del servicio de OHL, el viernes por la tarde, motivaron un tira y afloja entre la Moncloa y Fomento. Después de que el presidente avanzara la medida a varios ministros, fuentes de Fomento desmintieron la rescisión contractual. Ayer también lo negó la ministra --"no ha lugar", dijo--, mientras Morlán, su número dos, matizaba que, "de momento, no se ha rescindido ningún contrato". Luego aclararía que se procederá a la "revisión" de la adjudicación. Lo que, según fuentes oficiales, reducirá la presencia de OHL en la obra a la mínima expresión.

SOLIDARIDAD Pese a las voces que dentro del propio Gobierno apuestan por el cese de Álvarez, ayer la ministra rechazó de plano dimitir. Desde Sevilla --no pisa Barcelona desde el estallido de la crisis de los socavones-- alegó que "correr es de cobardes". En todo caso, fuentes de la Moncloa, e incluso el ministro más próximo a Zapatero, han expresado su solidaridad con Álvarez y dan por segura su continuidad.

Para paliar el revés que supone que el AVE no esté listo para el 21 de diciembre como estaba previsto, el Gobierno no desdeña que el tren de alta velocidad llegue al principio solo a El Prat. "Hasta El Prat casi todo está acabado", subrayó ayer el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán. Aceptó así que no es descabellada la idea de que, mientras no se repare el tramo de los socavones y concluyan las obras del AVE en esa zona, El Prat sea la estación término de la alta velocidad en Barcelona. La solución --"no es desechable", insistió Morlán-- será analizada el próximo lunes en la reunión semanal del centro de coordinación que reúne a las tres administraciones (Fomento, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona) desde que estalló la crisis de Cercanías. El mismo día hablarán con el Ayuntamiento de El Prat para calibrar esta opción.

El tránsito de trenes desde Tarragona hasta El Prat es ya casi viable. El problema no sería ese. El conflicto radica en que la estación de El Prat está concebida como ruta de paso, no como una terminal.