La NASA y la Universidad de Arizona informaron ayer de que la sonda Phoenix, que se posó en Marte la noche del 25 de mayo, ha descubierto trozos de hielo en una pequeña zanja que agujereó en el suelo con la ayuda de su brazo robótico. Los responsables de la nave asumen que el anuncio debe tomarse con cautela porque no ha podido verificarse químicamente, pero las dos fotos que ofrecen como prueba son impactantes: en la primera, realizada hace cinco días, aparecen unas pequeñas piedras, mientras que en la segunda, efectuada antes de ayer en el mismo lugar, las piedras ya no están. Los científicos están convencidos de que se han sublimado porque eran fragmentos de hielo. No encuentran otra explicación. Nada más ha cambiado.

Cuando la Phoenix excavó la zanja --llamada Dodo-- y retiró la tierra superficial el pasado día 15, dejó al descubierto unas piedras de material brillante y escaso tamaño, como canicas. Las primeras imágenes ya alentaron la hipótesis de que eran trozos de agua helada, pero ahora los expertos están mucho más seguros. Según Peter Smith, investigador de la Universidad de Arizona que coordina la misión científica, los restos de agua permanecían en forma de hielo porque se encontraban bajo tierra. Sin embargo, una vez emergieron, quedaron expuestos a las extremas condiciones de la superficie y se empezaron a vaporizar. ´´Han desaparecido por completo en el transcurso de los últimos días. Es la evidencia perfecta --explica Smith en un comunicado--. Había algunas dudas porque se pensaba que el material brillante podía ser sal, pero la sal puede desvanecerse así".

La sonda fue enviada a Marte con el objetivo de verificar, como habían sugerido varios estudios previos, si parte del agua que llenó el planeta en tiempos pretéritos se ha conservado bajo tierra en las duras condiciones de las regiones polares, como sucede en la Tierra con el llamado permafrost (hielo entremezclado con el suelo, muy habitual en Siberia o Canadá).

OCHO CENTÍMETROS DE HONDO Sin embargo, la primera muestra recogida en la zanja Dodo y luego calentada en el horno termal de la Phoenix no produjo evidencia alguna, es decir, no surgieron gases (vapor de agua). Dodo y Ricitos de Oro, que ahora forman una única hendidura de 22 centímetros de ancho, 35 de largo y 8 de profundidad, fueron las dos primeras zanjas trazadas por la sonda, pero las excavaciones en Marte no han concluido en absoluto.

Según informó ayer la NASA, el brazo robótico de la Phoenix encontró el jueves una superficie dura a la misma profundidad que en Dodo-Ricitos de Oro al cavar otra zanja, en este caso bautizada Blancanieves 2. Este hallazgo sugiere nuevamente la presencia de hielo porque, si solo fuera polvo acumulado, se agujerearía sin problemas. Los científicos han usado nombres de cuentos de hadas para designar las zanjas y algunas características geológicas en los alrededores de la zona de aterrizaje.

Por otra parte, los responsables de la misión preparan un parche en el software de la Phoenix para enviárselo en breve y así conseguir que los datos científicos puedan guardarse en el disco duro de la sonda cuando se apaga por las noches. La Phoenix sufrió el martes un fallo en el software que le hizo llenar el disco duro de datos vitales sobre la salud de la sonda y no dejó espacio para almacenar datos científicos. Así pues, ahora la sonda se ve obligada a transmitir todos sus datos científicos por radio antes de apagarse al final de cada día. "Ya sabemos cual fue el error y podemos arreglarlo", dijo Barry Goldstein, director del proyecto.