El tremendo y rápido descenso del número de personas infectadas por el virus de la gripe A/H1N1 --apenas se expande a nivel simbólico en estas semanas de frío intenso-- ha llevado a los científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a acelerar la desactivación de las inquietantes alertas mundiales que decretó en la pasada primavera. Del actual nivel 6 de alerta, que equivale a situación de epidemia mundial o pandemia causada por un virus desconocido, se descenderá probablemente al nivel 2, que indica la circulación en los dos hemisferios de la Tierra de un virus gripal no excesivamente agresivo para la población, adaptado a la especie humana.

En esa situación de nivel 2, que responde a una epidemia anual de gripe más o menos grave, permanece el mundo desde que se anota su historia sanitaria, y así seguirá, ya que la erradicación de los virus gripales se considera una utopía descartada. "Lo más lógico es que el fin del nivel de alerta pandémica, y el descenso a la fase 2 se produzca en la reunión que la OMS mantendrá el próximo mayo con representantes de todos los gobiernos del mundo", afirma Tomás Pumarola, microbiólogo del Hospital Clínico de Barcelona, centro de referencia de la Organización Mundial de la Salud sobre la gripe en España. "En las pandemias gripales que ocurrieron en el siglo XX esa decisión se adoptó casi dos años después de iniciarse el brote epidémico --añade--, pero nada de lo que ocurre con el nuevo virus A/H1N1es normal".

ETAPA DE DESCOMPRESIÓN Antes de tomar esa decisión --que implicará la relajación de la tensa vigilancia en que han permanecido las administraciones sanitarias y los hospitales--, la OMS promoverá una cierta descompresión, que denominará "periodo de transición pospandémica", durante el que si se produjera un no descartable rebrote del virus A/H1N1 se podría actuar según el protocolo previsto.

De no producirse un nuevo periodo infeccioso durante la primavera y el verano próximos, sería lógico esperar que el nuevo H1N1 adoptase el comportamiento de los virus estacionales --los que siempre llegan en otoño--, y que, en los próximos años, formara parte de la vacuna anual en sustitución de los que han circulado desde la última pandemia, de 1969.

COMPOSICIÓN VÍRICA La citada fase de transición podría acordarse en la reunión de los comités de vacunas gripales, que la OMS ha convocado para finales de febrero. En ese encuentro, en efecto, los técnicos de la institución deberían decidir si aprueban una composición vírica para que la industria farmacéutica pueda elaborar la vacuna antigripal del próximo otoño, o bien, si optan por aplazar ese pronunciamiento, dadas las excesivas incógnitas que aún plantea la evolución del nuevo virus.

"Nuestro laboratorio ha enviado muestras de los virus que han circulado aquí en las últimas semanas, pero creo que en la OMS aún no tienen ni idea de qué vacuna será necesaria el próximo invierno" asegura Pumarola. Ese "envío" de muestras víricas, que en el caso de España se remite al laboratorio de la OMS situado en Londres, es el que todos los años permite diseñar la composición de las sucesivas vacunas gripales.

Las dudas se incrementan con los datos que se van conociendo del estudio del nuevo A/H1N1, en incesante investigación. Un reciente trabajo publicado en la revista médica New England Journal of Medicine indica que un 20% de la población mundial nacida antes de 1950 está protegida frente al virus H1N1, pero que en el 80% restante la nueva gripe resulta más letal que entre la población de menor edad. Otro estudio apuntó que el 40% de los británicos menores de 14 años han creado anticuerpos frente al virus de la gripe A.