Agentes de la Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsificación de Las Palmas han desarticulado, con la detención de dos hombres y dos mujeres, un clan familiar dedicado a la explotación sexual de chicas rumanas. Agresiones físicas, amenazas y un estricto control de sus movimientos fueron las principales "armas" utilizadas para mantener prostituida durante varios meses a una chica rumana en la calle Molino de Viento de Las Palmas de Gran Canaria, informó hoy la Jefatura Superior de Policía de Canarias en un comunicado.

Los detenidos, todos de nacionalidad rumana, se dedicaban a la explotación sexual de varias chicas rumanas en distintas casas ubicadas en esa calle. El clan familiar, que estaba integrado por miembros en Rumanía y en España, se encontraba "representado" en este país por el padre de familia, su hijo y las parejas de ambos, quienes "desarrollaron todo el clima de agresiones, amenazas, retenciones y coacciones en la localidad de Vecindario", al sureste de Gran Canaria.

Desde Rumanía, otro miembro de la familia se dedicaba a la captación de chicas procedentes de familias humildes y su posterior traslado a España. Su actividad comenzó a finales de 2009, cuando contactaron con la víctima principal en Rumanía y la convencieron de venir a España a ejercer la prostitución, actividad con la que, según le prometieron, podría mantener a su familia y obtener sumas monetarias considerables. Convencida y trasladada a nuestro país y siempre bajo la observancia de los miembros del clan, la joven empezó a "trabajar" en una de las casas ubicadas en la calle Molino de Viento.

Sin embargo, a las pocas semanas de haber empezado a trabajar y pese a haber devuelto la deuda contraída, los proxenetas comenzaron a "agredirla, amenazarla y coaccionarla" hasta tal punto que se vio obligada a entregar casi todo el dinero que obtenía del ejercicio de la prostitución, restándole únicamente el mínimo para cubrir gastos básicos de manutención e higiene. La deuda, que en un principio ascendía a 5.000 euros, "no dejaba de ser una argucia psicológica por parte de los proxenetas", ya que le exigían plazos inalcanzables para poder materializarla y si no los cumplía, aumentaba de forma continuada, de forma que cuando la joven logró escapar, la cantidad adeudada ya ascendía a 22.000 euros.

La chica siempre estuvo "controlada" por la pareja de uno de los principales miembros del clan, que, para mayor presión, también ejercía la prostitución en el mismo lugar que ella. Tras meses de retención y aprovechando un momento de descuido de los proxenetas, la víctima y su pareja, a la cual el clan había obligado a viajar a España, lograron huir y tras varios días de dudas e incertidumbre, se presentaron en dependencias policiales para formular la correspondiente denuncia.

Su declaración y las comprobaciones posteriores precipitaron las detenciones de los cuatro imputados, que preparaban ya la llegada de otra chica rumana a la que introducir y mantener bajo explotación sexual en la ciudad. Los hechos fueron puestos en conocimiento del Juzgado de Instrucción Número Siete de San Bartolomé de Tirajana y los detenidos fueron puestos a disposición judicial.