Entre el 8 de julio del 2006, cuando Benedicto XVI pisó en Valencia suelo español por primera vez, y el 6 de noviembre del 2010, día en que está previsto que aterrice en Santiago de Compostela para iniciar su segunda visita, que transcurrirá en su mayor parte en Barcelona, median poco más de cuatro años. En ese lapso, los gobiernos de la Iglesia y de España no han cambiado de manos y ambos se han reafirmado en los postulados ideológicos que les separan. Pero la tirantez que presidía hace cuatro años la relación entre el Vaticano y el Ejecutivo hoy se ha evaporado. La distensión será bendecida por el Papa en Santiago y en Barcelona.

En la cocina donde se ha elaborado la receta de la pacificación se han empleado a fondo el número dos de la curia, el cardenal salesiano Tarcisio Bertone, y la hasta hace muy poco vicepresidenta del Gobierno socialista, María Teresa Fernández de la Vega. Por poco más de dos semanas, esta no será la encargada de recibir, junto con los Príncipes, a Benedicto XVI el sábado en el aeropuerto de Santiago. En su lugar estará su sucesor, Alfredo Pérez Rubalcaba.

El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, que no asistirá a las ceremonias religiosas, se entrevistará con el Papa en el aeropuerto de Barcelona, el domingo, antes de la conclusión de la visita papal.

El menú de la distensión comenzó a prepararse la tarde de aquel tórrido 8 de julio del 2006, cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió al palacio arzobispal de Valencia a entrevistarse por primera vez con el Papa alemán. El arzobispo valenciano, Agustín García Gasco, que más tarde sería premiado por el éxito de la visita papal con el ascenso a cardenal, no se privaba de hablar de los socialistas como "enemigos" de la Iglesia.

En el 2005, el Gobierno sacó adelante la anunciada reforma del Código Civil que legalizaba los matrimonios homosexuales. Una veintena de obispos se sumó a la manifestación en las calles de Madrid contra las bodas gays, y seis reincidieron en la marcha posterior contra la ley orgánica de educación.

MEJORA ECONÓMICA La visita del Pontífice alemán a Valencia se presumía peligrosa para el Gobierno. Pero la línea Bertone, que acababa de suceder a Angelo Sodano al frente de la Secretaría de Estado vaticana, comenzó a dar sus frutos: tres meses después de la escapada valenciana de Ratzinger, la Iglesia española consiguió una mejora económica sustancial con la aprobación de un nuevo modelo de financiación que aumentaba del 0,5% al 0,7% las aportaciones de los feligreses a través de la declaración de la renta.

A pesar de la conquista, a finales del 2007, en un acto que el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, se inventó para homenajear a las familias, el arzobispo García Gascó acusó al Ejecutivo de destruir la democracia. No fue hasta después de la segunda victoria electoral de Zapatero, en marzo del 2008, cuando Roma (otra vez Bertone) mandó al episcopado español bajar el tono.

A partir de ese momento se sucedieron los gestos. Uno de los más señalados fue la caída en desgracia del periodista Federico Jiménez Losantos y su desalojo de la COPE.