Los restaurantes guipuzcoanos, conocidos mundialmente por la alta calidad de su cocina, no esperaban acaparar atención por una interminable ola de robos, al parecer obra de un grupo de profesionales que ha ido perfeccionando su forma de actuar y que se ha convertido en una pesadilla para la Ertzaintza.

Al menos 20 establecimientos, entre ellos algunos tan emblemáticos como el Arzak, el Akelarre, el Martín Berasategi y el Saltxipi, figuran en la lista de desvalijados. El miedo ha llegado a los fogones guipuzcoanos y se extiende la sensación de impotencia; los hosteleros se preguntan cada mañana "a quién le habrán robado hoy", dice Juan Manuel Garmendia, dueño del asador Kattalin de Beasain, asaltado el domingo de madrugada.

Los ladrones, aparentemente preparados y bien organizados, han sabido eludir con absoluta impunidad todos los sistemas antirrobo que han encontrado, haciendo gala además de una gran sangre fría.

Mil locales

La policía ha prometido reforzar las patrullas, pero es materialmente imposible tener vigilados los más de 1.000 locales de este tipo que hay en Guipúzcoa. En más de una ocasión, la presencia de agentes junto al restaurante que pretendían forzar no les desanimó, y simplemente esperaron a que se alejaran para terminar su trabajo.

Los botines logrados hasta la fecha no han sido excesivos, pero los destrozos en varios casos han sido importantes. Su principal objetivo es el dinero en metálico, aunque del Berasategi se llevaron una cubertería de plata. Tampoco está confirmado que se trate de un único grupo de cacos con una actividad frenética, aunque en muchos casos el modo de actuar es casi idéntico.

Imágenes grabadas

La asociación de hosteleros guipuzcoanos ha mantenido varias reuniones con el viceconsejero de Interior, Miguel Buen, así como con distintas empresas de seguridad. Algunas cámaras ocultas que los ladrones no detectaron captaron imágenes de dos delincuentes que actuaban a cara descubierta con toda tranquilidad. Aunque la Ertzaintza tiene varias pistas más, aún no ha habido ninguna detención.

En el Kattalin, los desconocidos rompieron una cristalera, se apropiaron de 500 euros y escaparon a toda velocidad en cuanto sonaron las alarmas. "Ahora lo raro es que no te roben", afirma Garmendia, que ha optado por incrustar barras de hierro en la ventana por la que penetraron los intrusos.

Aunque los primeros objetivos fueron restaurantes de lujo, en las últimas semanas las víctimas han sido bares modestos, sidrerías y asadores. Los ladrones buscan objetivos alejados de los núcleos urbanos y actúan de noche, conocedores de que no ha habido tiempo para ingresar en el banco las jugosas recaudaciones veraniegas.