El Vaticano ha abierto tres investigaciones sobre las filtraciones de documentos oficiales y confidenciales a la prensa, que en las pasadas semanas han desvelado circunstancias desconocidas de los Palacios Apostólicos. Entre ellas la existencia un complot para acabar "en 12 meses" con la vida del Papa, su posible dimisión y el malestar que gira entorno al fin del secreto financiero del IOR o banco del Papa gracias las directrices dadas por Joseph Ratzinger, que han puesto fin a un verdadero paraíso fiscal en el centro de Roma.

Una de las investigaciones abiertas es un verdadero sumario criminal puesto en manos del fiscal del Estado Pontificio, la segunda es una investigación administrativa que dirigirá la Secretarería de Estado y la tercera consiste será una comisión de "alto nivel", ordenada por Benedicto XVI, para que descubra quien es el culpable de airear los secretos.

La noticia ha sido dada por el diario vaticano L'Osservatore Romano, que ha roto su proverbial reserva sobre las cuestiones internas del estado papal. La información está incluida dentro de una sorprendente entrevista del mismo director del diario, Gian Maria Vian, a monseñor Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, segunda autoridad vaticana después del Papa.

Confianza

Los pocos que se han comportado con deslealtad "no deben ofuscar esta realidad positiva" de la curia o Gobierno central de la iglesia, afirma el monseñor, que subraya como, a causa de las filtraciones, "demasiadas veces la imagen de la curia no se corresponde a la realidad, que es mucho mejor, aunque ofuscada por la graves deslealtad de algunos". Además de referirse a las investigaciones abiertas, Monseñor Becciu expresa su deseo de que "se recomponga la base de nuestro trabajo, con la confianza recíproca" y añade que Benedicto XVI está informado sobre la cuestión. "Nos anima a todos a mirar hacia delante" y "su determinación es un estímulo para todos", dice.

Becciu se refiere después a los topos que han filtrado la documentación, calificándoles como personas que "se han aprovechado una situación de privilegio" para publicar documentos hacia los que "tenían la obligación de respetar la confidencialidad".

Filtraciones

En los últimos meses, han sido publicados por Il Fatto Quotidiano, diario italiano contracorriente, en apariencia de izquierdas, unos documentos internos del Vaticano sobre hechos reales y otros un tanto rebuscados. Como el hecho de que un monseñor italiano habría explicado nada menos que a algunas autoridades chinas que a Benedicto XVI le quedaban 12 meses de vida. No por alguna enfermedad desconocida, sino porque alguien habría puesto fin a su pontificado. La información, supuestamente producida en china habría llegado al Vaticano, según el diario, a través de Alemania, de la mano de un cardenal latinoamericano.

La historia de la iglesia enseña que las informaciones reales a veces llegan por vías muy estrafalarias, como cuando el jefe de los servicios secretos franceses fue personalmente al Vaticano a informar de que tenían noticia de un atentado contra Juan Pablo II y nadie le hizo caso. Al cabo de unos meses el turco Ali Agca le disparó (1981) en plena plaza de san Pedro. Otra información que salió a relucir fue la posible dimisión del Papa, ventilada a partir de unas afirmaciones de Benedicto XVI, publicadas en el libro-entrevista Luz en el mundo de Peter Seewald, publicado en noviembre del 2010.

Críticas a Bertone

El tercer elemento que se suma a esta especie de ofensiva contra el Papa actual es el papel de su Secretario de Estado, cardenal Tarsicio Bertone. Tras haber metido la pata varias veces, probablemente por falta de experiencia diplomática, varios obispos alemanes y franceses pidieron su cabeza y las presiones contra él se han sucedido en los años, hasta el punto de que se espera que el Papa le sustituya después de haber cumplido los 75 años. Aunque Benedicto XVI ha rebatido en su defensa que "todos tienen defectos, también sus predecesores".

Sin embargo lo que más parece molestar en el interior de los Palacios Apostólicos es la imposición de Benedicto XVI para que el Vaticano firmase el tratado internacional contra el blanqueo de dinero. A partir de entonces (pasado diciembre) esto obliga al Instituto para las Obras de Religión (IOR), vulgarmente conocido como banco del Papa, a dar a conocer sus operaciones a la autoridad internacional que vigila sobre las transacciones financieras. "El Vaticano ha perdido su poder", rechistaron algunos de los casi tres mil empleados del Vaticano. "No debía haberlo hecho", añadieron otros.

Investigaciones

Por lo que ahora algunos analistas de asuntos vaticanos relacionan todas las filtraciones de documentos con las citadas informaciones como una siembra de cizaña entorno al pontificado de Joseph Ratzinger. Como quien dice: el papa tiene un secretario de Estado impresentable y ha sacado del anonimato el banco, por lo que algún loco podría acabar con él o bien, antes de que suceda, podría presentar su dimisión. Pero Ratzinger, que conoce bien sus pollos por haber estado 25 años en la Curia sin frecuentar a nadie, ha decidido una contraofensiva para descubrir al topo. Nada menos que con tres investigaciones paralelas, una de ellas de tipo criminal.

Tal vez los esotéricos se estén frotando las manos, evocando las profecías de Malaquías sobre el "todos contra todos" que supuestamente vaticinó que sucedería antes de la elección de un "papa negro", a quien habría sucedido un "antipapa" y, acto seguido, habría llegado el "fin del mundo".