La abogada iraní y activista a favor de los Derechos Humanos Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz 2003, está convencida de que la llegada de la democracia a Irán depende del éxito del movimiento feminista en esta república islámica.

Entrevistada esta tarde por la periodista Rosa María Calaf durante el III Encuentro Mujeres que transforma el mundo, la activista, que procede de un país donde el gobierno encarcela a quien enarbola la bandera del feminismo, está convencida de que "la igualdad conlleva cambios positivos".

Autora de libros como el "Despertar de Irán", traducido a 27 idiomas, o "La jaula de oro", ambos censurados por el gobierno del presidente Mahmud Ahmadineyad, ejerció como jueza antes de la revolución de 1979 y repite incansablemente que una sociedad que discrimina a la mujer no puede prosperar.

Desde el exilio lanza duras críticas contra las autoridades de Irán por la represión que, a su juicio, ejerce sobre el movimiento feminista, que ha llevado a la cárcel a más de 30 mujeres acusadas de atentar contra la seguridad del Estado.

Calaf, que como Shirin Ebadi fue premiada por Naciones Unidas con un galardón por los Objetivos del Milenio, en 2006, ha resumido la biografía de esta mujer como alguien que trabaja siempre pensando en los demás, luchadora contra la desigualdad, contra la explotación infantil y por la libertad.

Estando a años luz de ella, aunque compartiera premio, ha confesado la popular exreportera de TVE, la define como "una mujer menudita y discreta, sin dar aire al gran personaje que es". Vestida con unos pantalones negros y una chaqueta de color amarillo pálido, lo que estaría muy perseguido en Irán.

La primera mujer musulmana en obtener un Nobel está satisfecha por las puertas que le ha abierto este prestigioso premio, dándole muchos micrófonos para que se escuche su voz y su mensaje, pero también ha provocado que aumenten las presiones del Gobierno de Irán contra ella.

Ebadi ha relatado que, en 2009, entraron en su casa, cerraron su oficina, confiscaron sus propiedades y encarcelaron a varios de sus compañeros, lo que le obliga a permanecer exiliada "denunciando la violación de los derechos de las personas en Irán".

Los resultados de la revolución de 1979 los ha comparado la abogada iraní con la situación que se vive en muchos países después de la llamada "Primavera árabe", donde "han hecho desaparecer la dictadura, pero no han llevado la democracia", ha sentenciado.

De hecho, ha dicho que con el sha tenía libertad para llevar un pañuelo sobre la cabeza y que, si saliera vestida a la calle con la ropa que viste hoy, sería condenada por cometer un acto ilegal a recibir 80 latigazos.

Ha recordado que más de cuatro millones de iraníes han salido a las calles contra el posible fraude electoral en Irán y que más de cinco millones han tenido que huir del país, desde 1979, por razones ideológicas.

Con la premisa de que "se puede ser musulmana y feminista", la activista opina que cualquier cambio político en Irán debe ser protagonizado por el pueblo, por lo que no comparte ni la intervención militar ni las sanciones económicas.

Ha dado algunos consejos, por ejemplo que "no se acepte en los bancos europeos el dinero de los dictadores y que, en lugar de sanciones económicas, planteen sanciones de tipo político".

¿Cuales?, pues Shirin Ebadi cree que impidiendo que llegue la señal de las televisiones oficiales de Irán con propaganda del Gobierno a través de satélites europeos, o que se prohíba la entrada a los dictadores que hayan violado los Derechos Humanos en aquel país donde se quieran refugiar.