LACRA EN UN PAÍS SUDAMERICANO
Los niños de 'cracolandia'
El consumo del crack se ha extendido como una plaga en Brasil y el 14% de estos adictos son menores "Tenemos un gran problema", reconoce el vicealcalde de Río de Janeiro
EDU SOTOS
El sol asfixiante del mediodía calienta el asfalto de la avenida Brasil, una de las principales vías de entrada de Río de Janeiro. En medio de la calzada varios niños se juegan la vida entre los coches mendigando algunas monedas. A ambos lados de la avenida legiones enteras de desarrapados, entre ellos muchas mujeres embarazadas, forman corrillos en torno a los puntos de venta.
Todos ellos se comportan como si el calor y el peligro del tráfico no les importase nada, y de hecho no les importa. Una vez tienen sus piedras encontrar vasos de plástico entre las papeleras para fabricar pipas con las que quemar la droga es su prioridad. Es la imagen que cada día se repite en lo que en Brasil se conoce como una cracolandia, es decir, el lugar donde los adictos al crack se reúnen para comprar y consumir esta peligrosa droga.
Con 370.000 adictos en todo el país, la mitad de ellos repartidos entre Río de Janeiro y Sao Paulo, y un número en continuo aumento, se puede hablar de una auténtica epidemia en una ciudad que, en pocos meses, será la sede principal del Mundial de fútbol y que acogerá los Juegos Olímpicos del 2016.
Desprotegidas
"El crack destruyó mi vida de una manera que ni sabría explicar". La frase es solo el inicio de la historia de Wallace Santos, un chaval que apenas suma 15 años de vida y que ya ha vivido las dos caras, la de traficante y la de consumidor, de la droga más dañina del país. Cuando apenas era un niño se escapó de casa y entró en el mundo del narcotráfico. "Empecé la vida de traficante para conseguir cocaína, luego probé el crack y ya no conseguí hacer otra cosa. Lo único que me importaba era obtener más crack, no importaba cómo", confiesa este joven con la mirada del que está de vuelta de todo.
Los datos sobre el crack en Brasil, aportados por el último estudio de la Secretaria Nacional de Políticas sobre Drogas (Senad), resultan abrumadores. El 14% de los usuarios de crack brasileños son menores, el 40% viven en las calles y sus probabilidades de ser portadores del VIH son ocho veces superiores a las de los no consumidores. Las mujeres tampoco se libran de esta plaga del siglo XXI. A pesar de ser solo el 20% de los adictos, hasta un 30% reconoce haber intercambiado sexo sin protección a cambio de droga. Sobrevivir en el mundo del crack en un país como Brasil es duro. Sin apenas asistencia y expuestos a la violencia de las bandas, y la propia policía, se puede considerar a Wallace como un afortunado. Hace unos meses un juez consideró que su caso era recuperable y hoy es uno de los 12 menores que conviven en una de las cinco residencias que componen el programa de asistencia y rehabilitación Casa Viva.
Para el vicealcalde de Río de Janeiro y responsable del proyecto, Adelson Pires, el desafío está claro: "Tenemos un gran problema con el crack, pero ahora tenemos un plan concreto y ya nos hemos puesto manos a la obra".
Mientras, a buen recaudo de las miradas de los turistas, las cracolandias de toda la ciudad continuarán funcionando como cada día, llueva o haga calor, en la otra cara de Río.
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