Los principales espacios catalogados como Patrimonio de la Humanidad en España se enfrentan estos días a una suerte de reválida para adaptarse a los nuevos criterios fijados por la Unesco en el 2005, que incluyen la exigencia de que estos bienes tengan acreditados específicamente un "valor universal excepcional". Desde el año 2005, se incorporó una definición más amplia que incorporó el denominado "valor excepcional universal", que resalta una importancia cultural o natural tan extraordinaria que trasciende las fronteras nacionales y cobra importancia para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad.

En esta nueva definición de lo que es Patrimonio de la Humanidad cobra especial relevancia, además de la integridad y la autenticidad, la protección permanente del bien o espacio natural, que pasa a ser "de capital importancia para el conjunto de la comunidad internacional".

Con estos nuevos criterios, España ha ido agrupando los 44 monumentos o espacios naturales que ostentan esta categoría de Patrimonio desde antes del 2005 para someterlos de nuevo al examen de la Unesco. El primer bloque se ha presentado este mismo año para que sea evaluado estos días en la reunión del comité internacional en Doha. Se trata de los primeros monumentos españoles en recibir la calificación de Patrimonio, como las ruinas arqueológicas de Mérida; la catedral de Burgos; los centros históricos de Córdoba --con la mezquita catedral--, Santiago de Compostela, Salamanca, Cáceres, Ávila y Segovia (con el acueducto); el monasterio del Escorial; monumentos de Oviedo y Reino de Asturias; la arquitectura mudéjar de Aragón; el Camino de Santiago; el monasterio de Guadalupe; San Cristóbal de la Laguna; el monasterio de Poblet y las obras de Gaudí. Otros monumentos internacionales como el Vaticano, Florencia y la torre de Belem, en Lisboa, se someterán también a esta revisión de su condición privilegiada.

En el informe remitido por España se justifica el valor excepcional en la manera en la que se han realizado las intervenciones de restauración y en cómo se integran los espacios con un uso cultural y turístico, y a veces incluso religioso o administrativo.