La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, intentó ayer tranquilizar a los municipios del entorno de las bases militares de Morón y Rota asegurando que exigirá "garantías para la salud de la población" antes de autorizar que Estados Unidos las use para el transporte de tropas destinadas a lucha contra el ébola en África. Los alcaldes de la zona, apoyados por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, habían puesto unas horas antes el grito en el cielo, tras enterarse por los medios de comunicación que el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ya estaba ayer en Washington para negociar los términos del acuerdo.

Con la operación Unified Assistance (Asistencia Unificada), Estados Unidos planea desplazar a las zonas afectadas por el virus a entre 3.000 y 4.000 soldados que harían escala en las dos bases tanto a la ida como a la vuelta. El embajador en España, James Costos, también salió al paso de la alarma indicando que la operación está pensada para instruir a los sanitarios y a las autoridades locales, no para tratar directamente a los enfermos. "Esas misiones van a ser técnicas, de entrenamiento, de ingeniería, y la gente que viaje en ellas no estará envuelta en el cuidado de los enfermos", sostuvo.

Lo que más indignó a los alcaldes del entorno y a los empleados de las bases es no haber recibido ningún tipo de información previa. El portavoz del comité del personal laboral local de la base de Rota, José Sabido, aseguró que los trabajadores están muy preocupados" y dirigió una carta a las autoridades de las bases pidiendo explicaciones.

LA MISMA RESPUESTA A LA ONU España es un país solidario que ha prestado su asistencia en numerosas ocasiones. En este caso también lo haremos, con las debidas garantías, que se tendrán que analizar", señaló Santamaría. La vicepresidenta adelantó que las mismas exigencias se van a poner sobre la mesa en la petición de la ONU de usar el aeropuerto de Gran Canaria como base logística de los equipos de apoyo a los países afectados por la epidemia. Estos se encuentran a apenas dos horas de vuelo de las islas. MANUEL VILASERÓ