El escritor irlandés John Banville ha afirmado hoy, antes de recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que la invención más trascendental de la humanidad es la frase, pese a que, por sencilla, directa y clara que sea, siempre se revelará ambigua porque la ambigüedad "es la esencia de la vida".

En su intervención durante la ceremonia de entrega de los galardones en el Teatro Campoamor de Oviedo, el autor de "El Mar" ha recordado que algunas civilizaciones vivieron sin conocer el concepto de la rueda, pero que ya poseía la frase, sin la cual "no habrían sido ni grandes ni civilizadas".

"Con frases pensamos, especulamos, calculamos, imaginamos. Con frases declaramos nuestro amor, declaramos la guerra, prestamos juramento. Con frases afirmamos nuestro ser. Nuestras leyes están escritas con frases. No es desatinado afirmar que con frases está escrito nuestro mundo", ha subrayado.

Antes de recibir del rey Felipe VI el galardón que lo convierte en el primer escritor irlandés Premio Príncipe de las Letras, ha admitido que un científico podrá decir que el logro supremo del hombre son las matemáticas y su "sublime belleza" cuyo aliento radica en su rigor.

No obstante, para Banville, el máximo aliento de la frase y del lenguaje radica "precisa y gloriosamente, en su carencia de rigor" al abrazar la realidad en un esfuerzo "vano, como debe ser" e incesante "por abarcarla, contenerla, expresarla" pese que su esencia se encuentra "fuera de nuestro alcance".

Puede pensarse, ha advertido, que el lenguaje "no pinta nada, pero pinta hermosas realidades" y, aunque los escritores afilen sus frases para alcanzar "el corazón de las cosas", se trata de un objetivo imposible, aunque los autores perseveren en su intento de expresarlo con cierto y su gloria "estriba en persistir, desalentados, pero jamás vencidos".

Banville (Wexford, Irlanda, 1945), que obtuvo el Príncipe de Asturias por una "inteligente, honda y original creación novelesca" que le ha convertido hace años en candidato al Nobel, ha cerrado su discurso con un poema de Rilke y con su satisfacción por haber dedicado su vida a "batallar con las frases".

"No puedo imaginar existencia más privilegiada", ha concluido.