Nada más enterarse del accidente, a la joven azafata Maria W., de 26 años, le vino a la cabeza una frase que oyó pronunciar a Andreas Lubitz: "Un día haré algo que cambiará todo el sistema. Todo el mundo conocerá mi nombre y lo recordará". El diario alemán Bild recogía ayer el estremecedor testimonio de la que fue durante cinco meses compañera de trabajo y novia del copiloto que, deliberadamente, estrelló el Airbus A320 de la compañía Germanwings en los Alpes franceses el martes.

La joven traza el perfil de una persona con serios desarreglos mentales, obsesionado con los aviones y temeroso de que sus problemas de salud le impidieran alcanzar el sueño de convertirse un día en comandante de Lufthansa. Lo describe también como alguien "amable y abierto" cuando volaba y "dulce y necesitado de cariño" en privado.

"TENÍA UN PROBLEMA" "Si hizo eso es porque se dio cuenta de que, a causa de sus problemas de salud, su gran sueño de lograr un puesto en Lufthansa como capitán o piloto de largo recorrido era prácticamente imposible", señala. "Hablábamos mucho de trabajo y entonces se convertía en otra persona. Se cabreaba por las condiciones laborales. Poco dinero, miedo por el contrato, demasiada presión", asegura la joven. "Era capaz de ocultar lo que le pasaba realmente", añade.

De hecho, él no hablaba mucho de su enfermedad, solo decía que "seguía un tratamiento psiquiátrico", explica la joven, que ha elegido el nombre de Maria W. para que no se conozca su verdadera identidad.

Cuenta la exnovia también que, cuando discutían, Lubitz perdía los nervios y le gritaba y que, por las noches, se despertaba atenazado por las pesadillas chillando "¡nos caemos!".

Al final, la azafata terminó separándose de él "porque estaba cada vez más claro que tenía un problema". Su relación nunca se hizo oficial. Mientras se van conociendo cada vez más detalles de la delirante personalidad de Lubitz, la policía alemana sigue adelante con los registros, y ayer los agentes regresaron al apartamento que el copiloto tenía en Düsseldorf.

Según el diario Die Welt, encontraron numerosos fármacos para tratar un grave trastorno "psicosomático". El joven copiloto estaba siendo tratado por varios neurólogos y psiquiatras, pero en su casa no se hallaron drogas ni nada que lleve a suponer una dependencia de los narcóticos o del alcohol.

Lo que sí se desprende de las notas personales que guardó en su casa es que podía padecer estrés laboral y una fuerte depresión. Además, Lubitz había ocultado a la compañía la baja médica que le habría impedido entrar en la cabina de mandos del Airbus que cubría la ruta Barcelona-Düsseldorf. Un parte de baja del que Germanwings dice que nunca llegó a tener conocimiento. En el 2009 Lubitz ya se vio obligado a interrumpir su formación en el centro de pilotos que Lufthansa tiene en Bremen por un brote depresivo, extremo que la aerolínea se niega a confirmar por secreto profesional.

INVESTIGACIÓN El grupo especial encargado de la investigación del siniestro, en el que murieron 150 personas, tiene desplegados 200 agentes encargados de buscar pruebas que permitan esclarecer qué llevó al copiloto a iniciar voluntariamente la maniobra de descenso que precipitó al aparato al abismo.

En Düsseldorf se encuentra también una delegación francesa para intercambiar información con los investigadores alemanes. Mientras, en Seyne les Alpes continúan las labores de rescate. Las prioridades son hallar la segunda de las cajas negras del aparato siniestrado, que contiene los parámetros de vuelo, y localizar los restos del copiloto, hacia el que convergen todas las miradas.