El papel higiénico entró en España a lomos de un elefante. Este era el nombre por el que se conocía popularmente la única marca que había entonces de papel de baño. Era la década de los años 50 cuando llegó al mercado el primer rollo. El papel, en realidad, ni siquiera se llamaba Elefante. El nombre se impuso entre los consumidores porque en el envoltorio, que era de celofán de color amarillo, aparecía dibujado el mamífero, aunque en rojo. No había ninguna marca, solamente indicaba el número de usos y la leyenda un producto patentado.

Una vez rasgado el envoltorio, aparecía un papel de color tostado y de un tacto bastante basto, aunque una de las dos caras era satinada y algo más suave, una cualidad que, según quienes lo recuerdan, tampoco era para tirar cohetes porque más que limpiar raspaba.

Subastas

El papel higiénico, en sus primeras épocas, se vendía por unidades. Ahora eso es impensable y contrasta con los voluminosos paquetes actuales de hasta 40 rollos. Carlos Reinoso, director general de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel) afirma que el producto lo fabricaba "la empresa Papelera Española y, posteriormente, a mediados de la década de los 70, salía de la factoría Sancel".

Ahora el Elefante ya ha entrado en la historia del sector de la higiene personal. Un hecho lo avala. Incluso se ha convertido en objeto de coleccionismo, explica Reinoso. De hecho, en los portales de subastas y anuncios se pueden encontrar estos rollos a un precio de enre 6 euros la unidad. En Ebay, por ejemplo, se subastan tanto los artículos fabricados por Papelera Española como los de Sancel.

Cuando el papel Elefante entró en el baño de los españoles salieron por la puerta otros artículos más humildes de higiene personal. Eran hojas de papel de diario, que cortadas en cuadrados del tamaño de medio folio, más o menos, colgaban de un gancho clavado en la pared.

Clases sociales

Pero la historia del papel de baño es muchísimo más antigua. El invento se suele atribuir a los chinos y situarse en el siglo II antes de Cristo, pero de eso hace ya tantísimo tiempo que no existe una fuente autorizada que lo pueda ratificar ni desmentir.

Al principio, el papel para uso íntimo estaba reservado para la gente más pudiente, mientras el resto de los mortales se apañaba con diversas materias primas extraídas de la naturaleza. La diferencia entre clases sociales empezaba, pues, en el baño. No fue hasta 1857 cuando el norteamericano Joseph Coyetty comercializó un producto que consistía en láminas de papel húmedo. Unos años más tarde, los hermanos Scott dieron un paso más allá y decidieron enrollarlo. Hasta 1942, no llegó la doble capa, que aporta una gran ventaja: aumenta la resistencia del papel y evita que este se parta.

Reinoso explica que "hasta el siglo XX no se introdujo en los hábitos de consumo y era un producto de lujo". La generalización y democratización de su uso se produjo después de la segunda guerra mundial.