Aunque su estado físico,permitía suponer que a Vicente le quedaba poco tiempo entre nosotros, no por ello, deja de producir dolor y tristeza la pérdida de un zaragozano singular, que entendió muy bien sus responsabilidades como médico, el compromiso social de sus conocimientos, y como nos decía el gran Ortega, no fue sólo técnico, sino hombre en el compromiso de rebeldía activa que debe seguir todo Universitario,de denunciar lo injusto y comprometerse en su solución. Fue miembro de una pléyade de aragoneses excepcionales, que concluyeron sus estudios de Medicina en la década de los 50. Donde España estaba, además de en el deterioro material, inmersa en la perversa mezcla del nacional-catolicismo colaboracionista,y la represión intelectual y de la Libertad. La Santa Sede con el Concordato y la visita de Eisenhawer con el dictador, y los acuerdos de las Bases, dieron una cierta energía al Régimen. Que no legitimidad.

Los universitarios que terminaron en esa época, tuvieron dos caminos. La sumisión, o siguiendo a Cajal, viajar a Centros de Excelencia en el extranjero. Vicente fue uno de ellos. Concluyendo su Licenciatura en 1954 se traslado a Canadá, Toronto, y fue el primer español que siguió una residencia formal, ortodoxa y exigente en Cirugía y Cirugía Pediátrica.

A su vuelta, pudo haber sido jefe del departamento de Cirugía Pediátrica, del segundo gran hospital monográfico Infantil de España. El del Valle de Hebrón de Barcelona. Tras el primero de La Paz en Madrid. Su bondad e ingenuidad, y más procediendo de una cultura anglosajona donde se valora el mérito y la oportunidad, de que en dos años se iba a crear el Hospital Infantil de Zaragoza, hizo que renunciara a su gran oportunidad,y sentimental y nostálgicamente pensara que la Tierra Noble de Aragón que canta la jota le daría la oportunidad de revertir su profesionalidad y conocimientos diferenciados, en los niños aragoneses. Fue humillado y no reconocido en una mezcla perversa de los prebostes académicos y los profesionales de la jota. Con capacidad de decisión para perpetuar la mediocridad provinciana, acompañados de mediocres foráneos, cuya felicidad está en mirarse el ombligo en el espejo por la mañana. Y no se le dio la plaza, con una alternativa mediocre, cuyo legado perdura más de cuarenta años después. Aprovechó todas las oportunidades que tuvo, y las carencias en el ejercicio de su formación en Cirugía Pediátrica, las volcó en la Cirugía, la gestión y el compromiso social. Trayectoria ejemplar y reconocimiento no médico de la Ciudad, la diputación y el Gobierno de Aragón. Con entrega en labores humanitarias médicas en ambientes bélicos en sus últimos años. Un gran médico. Persona y ciudadano. Que nunca mostró rencor ante las injusticias sufridas en sus carnes.

Don Gregorio Marañón lo vería al escribir el Tiberio, con el rencor y el odio de los mediocres que no quisieron aceptarlo e integrarlo. Deja su legado, su familia y sus amigos. Quiero rendir, en este doloroso momento, pues tuve el privilegio de su amistad, homenaje a un conjunto de médicos aragoneses, coetáneos de Vicente, que traspasaron continentes y mares para formarse en la Medicina Moderna y reproducirla en nuestro país, después.

Fernando Alonso Lej en Cirugía Cardíaca, Alberto Portera en Neurología moderna, Francisco Morales Asín, Neurólogo también, desde Alemania, y que junto al gran y revolucionador maestro del radiodiagnóstico moderno, César Pedrosa, crearon un emblemático Hospital General de Asturias, que fue de los hitos más revolucionarios movimientos de la medicina española en los sesenta. Y donde se creo el programa MIR, junto con un profesor universitario, el doctor Segovia de Arana en Puerta de Hierro, lejos del "academicismo perverso y napoleónico" que imperaba en la Universidad Española.

El Servet tuvo el beneficio de la llegada de Alonso Lej en 1975, junto con Fernando Ibarra y Guti que pusieron en marcha el trasplante cardíaco entre otros logros,además de su ejemplo personal de valores y principios éticos y humanos. A ellos debemos mucho los normales. Vicente te recordaremos. Y el poco eco académico que lograsteis los aragoneses en integraros en la universidad o en las anquilosadas estructuras academicistas medievales, muestran que en la Tierra Noble el problema es destacar. Hay que ser sumiso, corporativista y gris. Con valores familiares en esa línea. Descansa en paz,hombre bueno, esposo, padre y amigo. Cumpliste con"los talentos. Un abrazo y hasta pronto.