1. FRASES QUE NO HAY QUE DECIR

Quien tiene recurrentes ideas suicidas y se encuentra profundamente deprimido no dispone de su voluntad como una persona sana. La depresión afecta a la voluntad, por lo que es del todo contraproducente intentar estimular al enfermo con frases del tipo de :"¡Venga anímate, haz un esfuerzo!". Tampoco se le debe intentar "distraer" de sus pensamientos, dicen los psiquiatras, sino abordarlos y analizarlos conjuntamente.

2. TODO INTENTO REFLEJA SUFRIMIENTO

Nunca se debe concluir que quien toma un puñado de pastillas con el objetivo de darse muerte, pero todo queda en un intento, es que no quería realmente morir. Así lo advierten los especialistas. Los hombres suelen optar por métodos más drásticos y bruscos que las mujeres, y estas por los fármacos, que es la vía que conduce a más intentos no consumados. En cualquier caso, advierten los médicos, esas personas atraviesan un enorme sufrimiento.

3. 90 MINUTOS ESENCIALES

Dicen los psiquiatras que entre que surge la idea de darse muerte y la consumación de ese pensamiento suelen transcurrir unos 90 minutos. Ese es el tiempo en que sería posible disuadir al potencial suicida, si emitiera alguna señal de sus intenciones. La propia sensación de hundimiento desesperanzado en que han sucumbido les impide confiar en nadie. No creen que exista ninguna posible salida, aunque inconscientemente aspiren a ella, explican los expertos.

4. IDEA CONSUSTANCIAL A LA DEPRESIÓN

La idea de darse muerte es un síntoma de la depresión y como tal debe valorarse por quien percibe esos pensamientos. Lo más conveniente en esos casos, indican los médicos, sería ser consciente de que se sufre una enfermedad que altera la voluntad y anula los deseos de vivir. Si esa toma de conciencia no es posible, por el propio proceso, es aconsejable que el enfermo tenga a su lado a personas que así se lo recuerden.

5. SIN DATOS DE METRO Y RENFE

Por razones no explicadas, ni las empresas gestoras del metro de las ciudades ni Renfe informan sobre cifras de personas que intentan o consiguen darse muerte lanzándose a las vías de esos transportes públicos. El suicidio sigue siendo un acto invisible que, advierten los psiquiatras, debería salir a la luz porque es una realidad. Esa información normalizaría unos procesos que, de otra forma, son estigmatizados por la sociedad.