Estados Unidos es el segundo mayor emisor de dióxido de carbono (CO2) y otros gases industriales responsables del efecto invernadero, con el 14% del total mundial, por lo que su retirada del acuerdo climático de París puede repercutir en la evolución de las temperaturas terrestres. Sin embargo, más que su efecto directo sobre el clima mundial, que será menor de lo esperado, el problema es que dañe el consenso internacional. «Más que efectos reales, es un golpe psicológico», resume Francisco J. Doblas, investigador ICREA y director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC).

1. EL OBJETIVO CLAVE DE LOS DOS GRADOS

La comunidad internacional acordó en París en diciembre del 2015 un plan de acción contra el cambio climático cuyo objetivo más importante es evitar que las temperaturas globales asciendan más de dos grados con respecto a los valores preindustriales, la frontera simbólica entre lo que los científicos consideran una situación asumible y lo que sería un desastre ambiental y económico. Las temperaturas ya han aumentado un grado desde 1900 y es previsible que se incrementen en varias décimas más debido a la inercia atmosférica, por lo que los dos grados están a la vuelta de la esquina. Las advertencias de los científicos no cesan: los dos últimos años, 2015 y 2016, han sido los más cálidos desde el inicio de los registros internacionales hace ya un siglo y medio.

Sin el apoyo de EEUU, ahora será más fácil que la Tierra cruce el peligroso umbral. «Si nos demoramos, el nudo corredizo se aprieta más», ha escrito el profesor de geociencias Michael Oppenheimer, de la Universidad de Princeton. La retirada supone que también se esfuman los 3.000 millones de dólares que Washington se había comprometido a donar anualmente, a partir del 2020, para que los países en desarrollo afronten el cambio climático.

2. CON SIRIA Y NICARAGUA

El Acuerdo alcanzado en París ha sido firmado por 195 países que totalizan el 99,75% de las emisiones mundiales de CO2, y ratificado por 147. Por ahora, los dos únicos países no signatarios son Siria, por motivos obvios, y Nicaragua, que no quiere seguir la senda internacional pero ha anunciado un plan propio contra el cambio climático. En una de sus últimas decisiones, el entonces presidente Barak Obama ratificó el tratado el pasado septiembre. Sin embargo, como el acuerdo no era vinculante, no habrá sanciones si ahora EEUU se retira.

«Evidentemente que la retirada de Estados Unidos no es una buena noticia -matiza Salvador Samitier, experto en cambio climático-, pero desde un punto de vista de la entrada en vigor no afectará al acuerdo de París».

Para que salga adelante necesita que lo suscriban al menos 55 países que produzcan al menos el 55% de las emisiones mundial de CO2. «Los requisitos se siguen cumpliendo holgadamente».

Los compromisos anunciados en la capital francesa -cada país planteó un objetivo de reducción- abrían el camino para evitar los dos grados de aumento de la temperatura, pero no concretaban el recorrido y dejaban la situación pendiente de un hilo. De hecho, diversos estudios han calculado que los compromisos nacionales presentados en la cumbre de París, incluido el de Estados Unidos, lograrán en el mejor de los casos que el incremento se limite a 2,8 grados. «Con o sin Estados Unidos, hace falta un esfuerzo suplementario», insiste Doblas.

3. EL TÍO SAM HA PERDIDO PESO

Estados Unidos dejó de ser el principal emisor de gases hace una década, superado por China, y todo indica que la India ocupará la segunda posición en cuestión de años. «Ya no tiene el peso que tuvo -dice Elvira Carles, directora del fundación Empresa y Clima-. El Acuerdo de París es como un gran equipo de fútbol al que se le lesiona un buen jugador. El resto puede sacar el partido adelante». «Si se retira Estados Unidsos, su liderazgo político y económico lo asumirán China y Europa», prosigue Carles. El gigante asiático, que ya es el país que más invierte en energías renovables, «está esperando la ocasión para tomar la delantera mundial», añade.

4. EFECTO LIMITADO SOBRE LAS TEMPERATURAS

Según una estimación de la consultora Climate Advisors, las políticas planteadas por el presidente Trump supondrán la emisión suplementaria a la atmósfera entre los años 2018 y 2025 de medio millón de toneladas de gases de efecto invernadero, equivalente a las emisiones generadas en un año por el consumo eléctrico del 60% de los hogares estadounidenses. Algo parecido sostiene Rhodium Group, otra empresa de consultorías ambientales, que calcula que las emisiones estadounidenses aminorarán su retroceso hasta el 15% en el periodo 2005-2025, lejos del 26% que Obama había prometido para el mismo periodo.

Sin embargo, el negacionismo del presidente de los Estados Unidos Donald Trump provocará que la temperatura terrestre suba como mucho tres décimas más de lo previsto de aquí al año 2100, según dijo ayer la Organización Meteorológica Mundial (OMM). No más. «Tendrá un efecto muy limitado», tranquiliza Doblas, desde su puesto de director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC).

«Lo importante -insiste el especialista en modelización del clima del BSC- es que el resto de la comunidad internacional no pierda de vista el objetivo de reducir emisiones». Lo mismo considera Samitier: «Es muy difícil predecir el futuro, pero el efecto será menor de lo que algunos temen».

5. LA FUERZA DE LAS ENTIDADES LOCALES

Al margen de París, la Administración estadounidense tiene previsto derogar algunas medidas puestas en marcha por Obama para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, entre ellas el plan de modernización y cierre de algunas centrales térmicas de carbón y las auditorías climáticas para obras públicas de gran tamaño. Más difícil parece, según Climate Advisors, que se atreva a desmantelar algunas regulaciones muy asentadas socialmente, como la de estándares de eficiencia energética en edificios o las extremas limitaciones en el uso de gases HFC para refrigeración. Por si fuera poco, el éxito del fracking y los gases de esquisto dificultarán sin duda el renacer del carbón.

El Sierra Club, una veterana organización ambiental de California, ha publicado un análisis que concluye que el 60% de las reducciones necesarias para cumplir con el compromiso de París podrían hacerse realidad gracias a la acción de los estados, de los gobiernos locales. Lo mismo opina Elvira Carles ndesde la Fundación Empresa y Clima: «Más de la mitad de los estados tienen las políticas ambientales transferidas y algunos, como California o Nueva York, son fervientes defensores de la lucha contra el cambio climático y van a seguir haciendo cosas». Samitier dice que con Bush ya se produjo un estancamiento de las políticas climáticas «y muchos estados siguieron adelante». «Por supuesto que es más complicado remar a contracorriente del Estado, pero allí los estados federales tienen un peso muy fuerte en este terreno».

6. UNA OPORTUNIDAD DE NEGOCIO

«Trump no atiende a razones, ni ambientales ni empresariales», considera Carles. La directora de la fundación Empresa y Clima recuerda que en un mundo globalizado como el actual los primeros interesados en cumplir los estándares ambientales internacionales son las propias empresas estadounidenses, deseosas de vender sus productos. De hecho, en EEUU se vive actualmente un renacer de las energías renovables y algunas firmas, como Tesla, son líderes. Aunque Washington tampoco suscribió el Protocolo de Kioto, ello no evitó que las empresas norteamericanas de las energías verdes crecieran a marchas forzadas. Hay quien alberga dudas sobre que las empresas extranjeras que operen en EEUU lo vayan a hacer peor por que exista una legislación más laxa.